IsabellaNo estaba asustada. No ahora, no aquí, con los hilos de la situación entrelazados tan firmemente entre mis dedos. Estaba furiosa, sí. Pero miedo... ese sentimiento ya no me pertenecía. Si algo había aprendido en la vida, era que siempre había una forma de volverse más peligrosa que el enemigo, y la mayoría de las veces no era en un enfrentamiento directo. Se trataba de paciencia, de astucia, de ser la tormenta que ellos nunca vieron venir. Y si hoy iba a ser la tormenta, entonces nadie podría detenerme.Me encontraba atada a una silla de metal en una habitación oscura, el aire espeso con el humo de un cigarro apagado, y el retumbar del sonido del viento fuera apenas un murmullo. A lo lejos, había una puerta cerrada, pero podía escu
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