Nos quedaremos en tu castillo, Romano.
En una habitación limpia y ordenada. Aria despertaba de la anestesia que le quedaba en el cuerpo, sus bellos ojos se abrían y observaban a su alrededor. — Alfa... El rey de inmediato se levantó del sillón para ir a verla. — Por fin despertaste, eh, no te olvides que mi nombre es Joshua, ¿Dime cómo te sientes? ¿Te duele algo? — El rey miraba fijamente a su luna. Ella ya no estaba pálida por la perdida de sangre, su tono de piel estaba bien. — Yo... Me siento bien, pero... No siento nada en la pierna, dime... — Aria se detuvo un momento para preguntar, estaba asustada por lo que había vivido poco antes de quedar inconsciente. — ¿Necesito saber si he perdido la pierna? Si la perdí me iré, un Alfa como tú no puede estar con una loba incompleta... — No digas esas cosas, yo te amaría aún si te faltará una pierna, o cualquier cosa, jamás te dejaría ir, soy un Alfa viudo, Aria, una vez la diosa luna me dio una compañera pero ella fue asesinada por un clan de vampiros, me dejaron
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