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Todos los capítulos de Sustituta del amor del CEO: Capítulo 101 - Capítulo 110
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Capítulo: Una tenue paz
—¡Hijo, por favor! No me hables así… —suplicó Alfonso con la voz rota—. Me haces sentir triste, cariño… muy triste.Sus ojos buscaron los del pequeño con desesperación, pero Freddy negó con la cabeza, dando un paso atrás, con los ojos llenos de lágrimas.—¡Haces llorar a mami! Eres malo… —sollozó el niño.Su llanto fue como un cuchillo que se hundía en el pecho de Alfonso. Intentó abrazarlo, pero Freddy se encogió, tembloroso, alejándose de su padre como si su toque quemara.En ese instante, Anahí apareció y Freddy corrió hacia ella como si solo sus brazos pudieran salvarlo de un mundo que no comprendía.—¡Mami, mami! —gritó, entre sollozos.Anahí lo cargó de inmediato, sintiendo cómo el cuerpecito temblaba en sus brazos. El dolor de su hijo era su propio dolor, multiplicado por mil.—¿¡Qué le hiciste?! —le reclamó a Alfonso, furiosa.Freddy, con su voz entrecortada, dijo lo que más temía escuchar.—Papi te hizo llorar, mami… papi nos quiere separar.La acusación se clavó como una lanz
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Capítulo: Bajo la promesa de amor
Al día siguiente, el sol apenas se asomaba entre las cortinas cuando Hernán ya estaba listo, vestido con su pijamita azul de dinosaurios, sosteniendo su peluche favorito con fuerza entre sus pequeños brazos. A pesar de su corta edad, parecía entender que ese día era diferente… importante.En la sala, sus hermanitos lo esperaban con rostros somnolientos y los ojos vidriosos. El primero en acercarse fue Helmer, quien lo abrazó con un impulso torpe pero sincero.—No vayas al cielo, nunca, nunca —le susurró con voz temblorosa—. Recuerda que Hernán es de Rossyn… y te quiero mucho, hermanito.Hernán apretó los párpados para no llorar y lo abrazó más fuerte. Luego, Rossyn lo rodeó con sus bracitos delgados y le dio un beso en la mejilla.—No hagas travesuras sin mí, ¿sí? Juega con los doctores y no te olvides de nosotros.—Nunca los voy a olvidar —respondió Hernán, serio, como si estuviera sellando una promesa sagrada—. No peleen, y jueguen con Freddy, los veré pronto, hermanitos, los quiero
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Capítulo: Sin compasión
Quince días después.El sol brillaba tenuemente sobre la entrada de la casa, como si supiera que algo sagrado estaba ocurriendo puertas adentro.El auto se detuvo despacio frente al jardín, y Hermes bajó con cuidado a Hernán en brazos.El niño, más delgado, con el rostro pálido y la cabeza vendada, sostenía la mano de su madre con fuerza. A pesar de todo, sus ojos brillaban con una energía distinta. Había sobrevivido.Había vencido la sombra que lo había llevado al borde.Darina descendió junto a él con el corazón en un puño. Habían vuelto a casa. Pero no eran los mismos que habían salido quince días atrás.Cada paso, cada segundo en ese hospital, había cambiado algo en todos ellos.Rossyn y Helmer los esperaban en la puerta. Apenas vieron a su hermanito, corrieron hacia él, aunque Hermes los contuvo con un gesto suave.—Con cuidado, aún debe descansar —advirtió.Pero los niños no pudieron contener la emoción. Helmer fue el primero en abrazar a Hernán, con una gran sonrisa feliz.—¡Her
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Capítulo: Una oportunidad para el amor
Cuando Alondra lo vio entrar en la sala de visitas, sus ojos, hundidos y enrojecidos, se llenaron de una súplica desesperada.Con un quejido ahogado, se arrastró por el suelo hasta quedar frente a él. Sus manos temblorosas se aferraron al bajo de su pantalón.—¡Hermes! —sollozó—. ¡Hermes, viniste! Por favor… ten piedad. No puedo más, ¡te lo suplico! Me torturan, todos los días… me insultan, me golpean, me humillan. No soy más que un despojo… ¡Sálvame! —Sus uñas arañaban el suelo mientras se inclinaba aún más—. Ten piedad de mí… por lo que alguna vez significamos…Hermes la miró en silencio.Su rostro, antes marcado por la ira, se endureció aún más al verla tan arrastrada.Dio un paso atrás con asco, y Alondra, sin su único punto de apoyo, cayó de bruces contra el suelo. Un sonido seco llenó el aire. Se quedó allí, inmóvil, unos segundos… hasta que empezó a reír. Una risa aguda, rasposa, demente. Se incorporó un poco, con los cabellos pegados al rostro por las lágrimas, y lo miró con lo
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Capítulo: ¿Dónde está papá?
Alfonso llegó a su departamento con el corazón latiéndole con fuerza.No era solo la emoción, era algo más… una mezcla de ilusión y nerviosismo que lo hacía moverse rápido, con las manos temblorosas y la sonrisa tonta de un niño antes de Navidad.Hoy sería distinto.Hoy, por primera vez, no solo celebraría el cumpleaños de su hijo con un juguete caro o una salida improvisada.Esta vez, habría una fiesta real, con globos, pastel, amiguitos corriendo por todas partes, regalos envueltos en papeles brillantes… y con él presente, todo el tiempo, como debía ser. Le demostraría a su hijo que era un buen padre, y a Anahí le demostraría que era un hombre que la amaba.Tal vez podría ganar su perdón y ser amado por ellos otra vez.—Es nuestro día, hijo —murmuró, mientras se metía en la ducha, dejando que el agua fría calmara un poco su exaltación.Al salir, se vistió con esmero.Eligió la camisa que a Freddy le encantaba porque decía que lo hacía “parecer un papá de película”.Se puso perfume, s
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Capítulo: Una decepción
Anahí no podía apartar la vista de su hijo. Lo veía allí, tan pequeño, tan frágil, con esa mirada esperanzada que partía el alma. Le dolía. Le dolía de una forma que no sabía cómo nombrar. Freddy lo había esperado todo el día. Le habían dicho que su papá vendría, y él lo creyó, con esa fe ciega que solo los niños conocen.—¿Dónde estás, Alfonso? —susurró Anahí, con la garganta cerrada y el alma hecha pedazos.Quería creer que todo era un malentendido.Quería pensar que Alfonso no era esa clase de hombre. Tal vez, en el pasado, había sido cruel, egoísta, incluso frío... pero había cambiado, ¿no?Le habló de amor, de familia, le juró que quería ser un buen padre. ¿Y ahora?¿Por qué prometer tanto para desaparecer después?Un temblor recorrió su espalda.Algo no cuadraba. Algo dentro de ella gritaba que había una pieza faltante en ese rompecabezas. No era solo abandono.No era simple desinterés. Había algo más. Un silencio sospechoso. Una ausencia que dolía de forma diferente.—Si mi hijo
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Capítulo: Ambiciosamente cruel
Anahí apenas pudo contenerse.Ver a esa mujer semidesnuda, cubierta apenas por una toalla y sonriendo con arrogancia, fue como recibir una bofetada en el alma.Sin pensar, empujó a la mujer a un lado y cruzó la entrada del Penthouse.No pidió permiso. No lo necesitaba.Tenía que verlo con sus propios ojos.Su corazón golpeaba con fuerza, cada latido era una puñalada.Caminó por el elegante pasillo, sintiendo que el aire se volvía más denso, como si la casa misma la estuviera empujando a salir. Pero no lo hizo.Empujó la puerta del dormitorio... y allí estaba.Alfonso Morgan, el hombre que le prometió amor, futuro y una familia, yacía casi desnudo en la cama. Su cuerpo apenas cubierto por una sábana arrugada, rodeado de botellas de vino vacías.Su rostro plácido, dormido… ajeno a todo.Anahí se quedó congelada por un instante. Era como si el mundo se hubiera detenido. Un zumbido llenó sus oídos. No podía creerlo. No quería creerlo.La mujer apareció detrás de ella, apoyándose con descar
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Capítulo: Un mal sueño hecho realidad
Anahí se levantó de la banca con el corazón aún oprimido por el dolor. Sus piernas temblaban, como si la fuerza hubiera desaparecido por completo de su cuerpo.Bruno, siempre atento, también se incorporó.Sus ojos seguían fijos en ella, como si en su mirada buscara una respuesta, una señal de esperanza, de redención.—Debo pensarlo... —susurró Anahí, evitando su mirada—. Necesito volver con mi hijo. Me necesita más que nunca.Bruno asintió lentamente, pero antes de que ella pudiera alejarse, tomó con suavidad su mano temblorosa.Sacó el anillo de su bolsillo y, sin pedir permiso, lo deslizó con delicadeza en su dedo.—Por favor… —dijo con voz queda—. Úsalo. Si al final decides que no, igual será un regalo. Pero al menos, llévalo contigo por ahora.Anahí lo miró perpleja. El frío del metal en su piel se sentía como una carga inesperada.No supo qué decir. No podía pensar con claridad. Aquel día había sido un torbellino de emociones imposibles de procesar.Así que simplemente se dio la v
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Capítulo: Un heredero valioso
—¡No lo hice! ¡Te juro que no lo hice! ¡Jamás la engañaría!La voz de Alfonso se quebró mientras trataba de alcanzarla con la mirada, pero Azucena, en medio del dolor y la furia, alzó la mano y volvió a abofetearlo con fuerza.El golpe resonó como un eco de su decepción.—¡No me mientas, maldita sea! —gritó ella, con los ojos llenos de rabia—. ¡Vi a esa mujerzuela salir de aquí! ¡La vi! ¿También vas a negarlo?Alfonso se llevó la mano a la mejilla adolorida. Su corazón latía tan rápido que le costaba respirar. Tragó saliva.—Madre… no sé quién era. ¡Te lo juro! Yo no la invité. No pasó nada, no hice nada.—¡No me hables como si fuera estúpida! —rugió ella—. ¡Tú sabes perfectamente lo que hiciste! ¡Esa mujer estaba semidesnuda, Alfonso! ¿Y quieres que crea que fue una coincidencia?Él no respondió.En su mente, todo era confusión. Había tomado una copa, sí, pero no recordaba nada. Y lo peor: Anahí ya lo sabía.Se vistió a toda prisa, tropezando con sus zapatos, con el alma hecha trizas.
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Capítulo: Culpa del pasado
Pronto, Azucena se fue, dejando tras de sí un silencio que pesaba como plomo en el pecho de Anahí.El corazón le temblaba, sus manos frías apretaban el borde de la mesa como si así pudiera sostenerse, pero por dentro sentía que se quebraba.No podía creer lo que acababa de pasar, no podía creer que todo se estuviera desmoronando tan rápido.Pero lo que más le dolía, lo que verdaderamente la asfixiaba, era Alfonso.Su rostro, su voz, su risa, incluso su olor… seguían grabados en su mente.Y junto a esos recuerdos dulces, venenosos y constante, estaba la idea de que él la había traicionado. No podía apartarla. Esa herida latía dentro de ella como una llaga abierta, como un cuchillo mal sacado. ¿Cómo había podido? ¿Cómo había sido capaz de arruinar su supuesto arrepentimiento?Las horas se deslizaron con lentitud insoportable.Cada minuto era un peso, cada segundo, una punzada en el alma.Cuando al fin se acercaba la hora de marcharse, Anahí tomó su bolso con la esperanza de huir, aunque
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