En ese momento, la prioridad absoluta era su estado.—¿Te sientes bien?Alejandro inclinó ligeramente la cabeza al preguntar.Ella lo afirmó, esforzándose por mantener la compostura.—No es nada, creo que solo se me pasaron un poco las copas.Apartó su mano y, tras dar apenas un par de pasos hacia la salida, su cuerpo se tambaleó, a punto de desplomarse. Por suerte, Alejandro la sostuvo a tiempo.Él se dio cuenta de que Sofía solo estaba tratando de hacerse la fuerte.Sin más, la tomó en brazos, igual que la vez anterior, como a una princesa, rodeándola por la cintura.Tomada por sorpresa, ella no pudo evitar un leve quejido.—Pero ¿qué haces?—Llevarte a casa, ¿qué más?Alejandro la llevó hasta el carro y, con delicadeza, la acomodó en el asiento del copiloto antes de abrocharle el cinturón de seguridad.Al inclinarse sobre ella, percibió el intenso aroma a alcohol que emanaba de Sofía y, al ver el rubor en sus mejillas, no pudo resistir la tentación de rozarle suavemente la punta de
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