Punto de vista Marcelo La seguí sin pensarlo, no podía dejarla ir de esa manera, sola y especialmente tan alterada.—¡Valeria, por favor! ¡Cariño, espera! —todos me miraban, observando el drama, especialmente porque no podían evitar pensar que tal vez yo era el responsable de sus heridas físicas.—Marcelo, hijo, ¡espera! —la voz de mi madre me alcanzó en ese momento, y fue como si me hubiera dado una bofetada. Me detuve por un segundo, la encaré—. Madre, no te metas, y tenemos una conversación pendiente. No te voy a perdonar lo que le hiciste a Valeria.—¡Descarado! Te voy a desheredar, eso lo sabes bien —fue lo último que escuché de ella. Logré salir tras Valeria, pero ella no me dirigió ni una palabra. Era como si se le hubiera olvidado cómo hablar. Tomó un taxi y, aunque me subí junto a ella, permaneció en completo silencio durante el trayecto hacia el apartamento. Le supliqué cien veces que me perdonara, le hice promesas, le dije tantas cosas, pero parecía que mis palabras no lle
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