Giovano aún era un niño en ese entonces, y tenía miedo, angustia. Por suerte, sus padres adoptivos lo amaban, lo consentían y nunca lo sacaron de la familia.Pero dentro de él, persistía ese rencor. Giovano pensaba: si Giovanni ya se había perdido, ¿por qué tuvo que regresar? ¿Por qué no se murió? ¿Por qué tuvo que volver y fastidiar a todos?Pero volvió. Ya no era “Giovanni Santoro”, era Giovano Zamora.Su madre adoptiva nunca lo abandonó. Lo siguió queriendo como antes, le dio auto, casa, todo.Y aun así, le dolía. La diferencia entre la familia Santoro y la familia Zamora era abismal.Peor aún, sus padres biológicos aparecieron para pedir beneficios, dejándole aún más claro lo humilde y despreciable de sus orígenes.Desde el inicio, el único que era noble era Giovanni.—Hermano mayor, cuánto tiempo sin vernos —dijo Giovano, sonriendo con una mezcla de orgullo y resentimiento.—Escuché por mamá que te casaste, aunque dicen que tu esposa no tiene un pasado muy digno que digamos… —añad
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