—No voy a rendirme. He conocido a muchos hombres, pero Giovanni es el único que me ha hecho sentir algo —dijo Araceli, mientras miraba al ascensor.
Justo en ese momento, Giovanni salió caminando, firme, acompañado por Maxence.
Desde lejos, Araceli no pudo evitar quedarse embobada mirando la seriedad y elegancia de Giovanni. Su corazón latía tan rápido que sentía que se le iba a salir por la boca.
Colgó rápido con un apresurado "Ya te llamo luego", se levantó y caminó a toda prisa hacia Giovanni.
La presencia de ese hombre, con ese porte tan imponente, hacía que todos los demás se desvanecieran a su lado.
Araceli aceleró el paso, con las mejillas rojas por la emoción y el rubor. Se detuvo justo frente a él, bloqueándole el paso.
—Giovanni —lo llamó, alzando la mirada hacia él, con las manos juntas en el asa del bolso, parada con elegancia pero con los ojos llenos de timidez.
Giovanni ni siquiera miró hacia abajo. Solo le echó una mirada rápida y, con voz cortante, dijo:
—¿Y tú quién ere