ALEXEI MAKAROVTodo estaba listo en el jardín, la mesa con manteles blancos, de lino, un par de copas de cristal cortado, vajilla de porcelana, luces iluminando los árboles más cercanos y yo, usando un traje hecho a mi medida, sobrio y desintoxicado, preguntándome cómo esa mujer había logrado que cumpliera sus caprichos, tal vez solo estaba cansado de pelear, si esto haría que las cosas fueran más llevaderas, que así fuera.Entonces la puerta principal se abrió y salió de ahí, custodiada por dos de mis hombres, la hija del auditor. Con su cabello negro suelto cayendo por sus hombros, un maquillaje tenue que acentuaba su belleza y le daba profundidad a sus ojos azules, y un vestido azul marino que se entallaba en sus curvas. Era una criatura hermosa, casi angelical si no fuera por ese ceño fruncido y la actitud salvaje que siempre la dominaba. Parecía que en cualquier momento me mordería. Avanzó con desconfianza, viendo cada detalle de nuestra velada. Escondiendo su asombro.—Lo hic
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