Después de comer, regresaron a casa. Tras ducharse, Marisela dejó que Celeste le aplicara la medicina.Al terminar, Celeste dijo:—No te muevas, déjame tomar un par de fotos.Marisela la miró confundida, pero antes de que pudiera preguntar, Celeste ya le había respondido:—Es para el informe de lesiones, para presentarlo en la comisaría. Al fin y al cabo, pedimos quinientos mil dólares.Marisela no lo dudó y le creyó.Celeste tomó las fotos y, sintiendo que no era suficiente, las editó añadiendo filtros para que las heridas parecieran más graves, y luego se las envió a Lorenzo.Mientras tanto, en la oficina presidencial del Grupo Cárdenas.Lorenzo estaba trabajando horas extra cuando su teléfono vibró. Rápidamente lo tomó.Casi de inmediato vio las heridas en el brazo, demasiado evidentes para ignorarlas.Varias marcas rojas, como si hubieran sido hechas con un látigo, de un color intenso y profundo.Especialmente en la piel blanca de Marisela, con sus brazos delgados como tallos de ba
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