Al oír el nombre de Isabella, Lorenzo se quedó inmóvil y luego negó con firmeza:
—No, no tengo ninguna relación con ella.
Al escuchar estas palabras tan tajantes, Isabella rompió a llorar desconsoladamente.
—Ja, ¿quién va a creerte? ¿No fuiste tú quien protagonizó los rumores con ella que se volvieron tendencia? —se burló Ulises.
Lorenzo apretó los puños, defendiéndose pobremente:
—¡Todo fue un malentendido!
—Me importa un bledo si fue un malentendido o no. Quinientos mil dólares, paga ahora —exigió Ulises.
—¡Sueña! ¡Que pague quien debe, no me jodas queriendo que yo sea el tonto útil! —le insultó Lorenzo.
—¡No tengo absolutamente nada que ver con Isabella, nuestra relación está completamente terminada!
Lo dijo con total determinación, su voz fría y desprovista de cualquier emoción.
Como el teléfono estaba en altavoz, Isabella escuchó todo claramente y se deshizo en lágrimas.
—Lorenzo... Lorenzo...
Al escuchar los sollozos de la mujer, Lorenzo mantuvo el rostro impasible, sin mostrar l