—¡Se escapa! ¡Rápido, tras él! —exclamaron los guardaespaldas alarmados.
Sin tarjeta para el ascensor ejecutivo, tuvieron que usar el de empleados. Uno bajó para perseguirlo mientras otro llamaba a mantenimiento para detener el ascensor y contactaba con el personal de seguridad de la entrada para interceptarlo.
En el ascensor.
Lorenzo observaba los números descendentes, apretando los puños, deseando que bajara más rápido.
Finalmente, llegó al segundo subsuelo.
Las puertas se abrieron y cuando estaba a punto de salir, vio una fila de guardias esperándolo.
Lorenzo no esperaba que actuaran tan rápido. Apretó los dientes y cerró las puertas para dirigirse al primer piso.
Al llegar, encontró menos vigilancia ya que la mayoría del personal de seguridad había ido al estacionamiento.
Lorenzo echó a correr, esquivando a cuatro guardias y dirigiéndose hacia la calle fuera de la plaza.
¡Si conseguía un taxi antes de que lo alcanzaran, podría ir a buscar a Marisela!
Corría a toda velocidad, con el