Capítulo: Las Dos Estrellas del Día El salón estaba vestido de ensueño. Guirnaldas en tonos rosa viejo, blanco marfil y dorado flotaban por el aire como si fueran hilos de luz meciéndose en un cielo privado. Las columnas estaban rodeadas de telas suaves, y en cada rincón, ramos de flores secas en jarrones de cristal decoraban con delicadeza. En lo alto, una pancarta de letras doradas brillaba con dulzura: “Feliz cumpleaños, Brisa y Alma”. Anahir lo había decidido desde el primer momento: aquel festejo se llamaría Las dos estrellas del día. Y no era solo un título bonito, era una verdad. Porque sus hijas, esas pequeñas que habían llegado a iluminar un pasado lleno de sombras, traían paz, amor y esperanza. Luz. Calma. Futuro. La mesa dulce era una obra de arte. Una cascada de cupcakes con rosas de crema, galletitas con las iniciales bordadas en glasé dorado, y una torta de dos pisos decorada con flores de azúcar y dos pequeñas gatitas bebés, abrazadas bajo un árbol. A un lado, Ni
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