EXTERIOR – VIÑEDO ABANDONADO – ATARDECER.El sol comenzaba a ocultarse entre las colinas, bañando de un naranja melancólico las ruinas del viñedo. El coche negro esperaba a pocos metros del portón principal. Vittorio caminó despacio, con el rostro tenso, la mandíbula apretada, y los ojos todavía perdidos en lo que acababa de suceder.Cuando llegó al vehículo, Enzo, su hombre de confianza, salió del asiento del conductor y le abrió la puerta trasera. Pero Vittorio no subió. Se quedó de pie, mirando el horizonte con los hombros tensos.—Enzo… —dijo de repente, sin mirarlo—. Necesito que busques todo lo que puedas sobre él. Sobre Cristian Soto. Quiero saber dónde ha estado, con quién, qué ha hecho. No dejes nada fuera.Enzo se quedó en silencio un segundo. Luego, se aclaró la garganta con cautela.—Ya lo hice, señor —respondió—. Apenas supimos que alguien nuevo venía a cerrar tratos con usted, lo investigamos por precaución. Pero no sabía que era ese Cristian Soto.Vittorio giró lentamen
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