Las palabras quedan flotando entre ellos, densas, eléctricas y por un instante, el tiempo se suspende. Y aunque ninguno lo dice, ambos saben que han cruzado un límite. Que algo se encendió ahí, en medio del dolor, la frustración y la necesidad de sentirse vistos.De repente, sus ojos se encuentran, y el mundo parece detenerse en ese instante. Las miradas se cruzan como si fueran imanes, irresistibles y llenas de una electricidad que amenaza con romper la distancia entre ellos. Ambos sienten el deseo arder dentro de sí, un deseo tan profundo que se hace imposible ignorarlo. Es un fuego callado, pero tan intenso que consume. La culpa lo invade a él, esa vocecita en su conciencia que le recuerda los límites, lo que está en juego, lo que podría perder. Pero ese susurro es débil, ahogado por la fuerza del deseo que lo arrastra, que lo desafía. Se acerca lentamente, cada paso es una batalla interna. Él lo sabe, lo siente, pero el deseo crece más fuerte. Sus rostros se aproximan, y sin q
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