StephanDesperté con el sonido de la lluvia golpeando el techo y por un momento no pude recordar otra cosa que no fuese mi nombre. Quizás porque el techo de madera, el olor a hierbas, y tierra húmeda, el sonido de los pájaros o el repiqueteo de las gotas contra los cristales de las ventanas, no encajaba con la realidad que recordaba. Aun así, mi mente, comenzó a trabajar a marchas forzadas, tratando de evaluar cuál era mi situación y sobre todo, donde estaba.Entonces, percibí el dolor. En el pecho, en los hombros, en la pierna y en cada maldita parte de mi cuerpo. De inmediato la cabeza comenzó a darme vueltas, y sentí la boca pastosa, seca. Como si hubiese recorrido un desierto durante días.Me sentía como la mierda y de alguna forma, eso tenía más sentido que estar en una mullida cama, en una cabaña en el medio del bosque.Quise incorporarme, sin embargo, unas manos suaves, me volvieron a mi sitio, y de inmediato pude percibir el aroma fresco a cítricos y jazmín que tanto me gustab
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