Liah Me miro al espejo, con mi cabello suelto, mi piel blanca y pecosa, mis ojos verdes, mi cuerpo no tonificado y mi sobriedad. ¡Qué tonta en pensar que podía gustarle a alguien como Demetry! Era obvio que a los hombres les gusta alguien como Kira. Siempre es así; ella siempre consigue lo que quiere, no podía ser diferente. Fui muy ilusa al creer que el único hombre que me ha gustado no iba a caer en los encantos de mi hermana. Han pasado dos días y nadie se ha dignado a decirme lo que sucedió. Juegan a que todo está bien, y Kira siguiéndole la corriente como buena actriz y Demetry, aun sin darme la cara, una llamada o un mensaje. ¡Estúpida! Pensar que ese niño podía seguir queriéndome después de años. —Deja de llorar, —me dije al espejo: no seas tonta, no serás hermosa, no les gustarás a los hombres como los Koller, pero eres inteligente, astuta, exitosa, millonaria y profesional, no necesitas de ningún hombre para ser feliz. De repente, el sonido de mi teléfono me sobresalta,
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