LEANDRO
Las ideas de esta mujer me vuelven loco y me sorprenden, ¿cómo no se me ocurrió hacer esto? Había hecho todo un plan de trabajo increíble, pero no me quiso dar más información por protección.
—Leandro — entra Aarón a mi oficina —, acabo de hablar con el señor Messer.
—¿La parte interesante de esa llamada?—Rueda sus ojos.
—Acaba de decirme que puedes hacer los cambios que necesites del producto en la exportadora, pero correrán por tu cuenta los impuestos por el retraso y firmar el contrato redactado por su hija sobre los cambios. Cosas protocolares que ya revisé y están excelentes.
—Después de dos días, se le da por ser amable. Espera, ¿su hija?
—Sí, yo quedé igual. Parece que tu cuñada no es una simple chica sumisa del pueblo, trabaja con su padre en la empresa o, por lo menos, tiene una idea de cómo se maneja porque supo dejar bien establecidos los términos.
No se dejó someter por ese pueblo retrógrada, pero falta a su palabra, ¿quién lo diría?
—Déjame ver el contrato para fir