Mi padre se levantó enseguida, intentando explicarse:—Javier, no lo tomes a mal. Aurora sí quería probar la sopa que tú preparaste, pero apenas la bebió, empezó a vomitar…Apenas terminó de hablar, notó que aquello sonaba terrible y corrigió rápido:—No, no, no me refiero a eso. Quiero decir que a ella de verdad le apetecía comer lo que cocinaste, pero seguramente algo le cayó mal, quizá un problema del estómago, y por eso, en cuanto probó el caldo, lo devolvió. No es que piense que tu sopa sabe mal, solo que ella de verdad…Antes de que pudiera terminar, Javier levantó la mano para que guardáramos silencio.Mi padre se quedó callado de inmediato, apretando los labios y mirándome con preocupación.Después de vomitar dos veces, me sentía sin fuerzas, casi a punto de desmayarme. Levanté la mirada con dificultad y me encontré con los ojos oscuros y penetrantes de Javier.Se acercó despacio, viéndome desde arriba con una expresión extraña: tristeza, frustración, enojo… incluso algo de rem
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