Me dio un tic nervioso en la boca.Ah, Samuel sí está pendiente de todo lo que pasa alrededor.Yo pensaba que cuando entra en cierto estado, nada le importa.Cuando Samuel, siempre tan neutral, se puso de mi lado, Camila se puso roja del enojo.De repente, dejó de hacerse la víctima.Empezó a forcejear. Su mirada, llena de ira, se clavó en mí.Entre más se movía, yo más le pisaba la mano.El dolor le tensó la cara, y se volteó hacia Carlos para descargar toda su frustración.—¿Te vas a quedar ahí mirando cómo me pisa y no haces nada, Carlos? ¿No eres hombre? ¿No puedes proteger a tu propia mujer? ¡Y deja de decir que me amas, eso es una mentira! —gritó Camila, furiosa.La cara de Carlos se puso pálida.Mientras sus ojos me rogaban, me dijo:—Basta, Aurora. Suéltala, te lo suplico.Sonreí, molesta. Me incliné más y dejé caer todo mi peso sobre el pie.Camila estaba pálida del dolor y me miraba con odio.—¿Hacerlo rápido? —le dije a Carlos, riéndome.—Ella hizo que Embi se lastimara la
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