44. A los 40
El ruido del motor era el único sonido que llenaba el auto. Gabrielle, sentada junto al asiento del copiloto, iba distraída con su teléfono, los audífonos puestos, mientras el paisaje pasaba rápido por la ventana. En el asiento trasero, Katherine estaba sentada junto a su madre y su hermana, quienes hablaban en voz baja. No había duda de que este viaje lo había convertido en su propio desfile familiar, intentando crear una imagen que ya no existía.A mí, francamente, no me importaba. Katherine reía exageradamente ante alguna anécdota de su madre, pero yo apenas podía escucharla. Me pregunté si alguna vez volvería a importarme lo que tenía que decir. Estaba por cumplir 40 en unos días, y lo único que quería era estar lejos, ordenar mi cabeza, tal vez entender qué estaba haciendo con mi vida. El cumpleaños había quedado en un segundo plano, como todo últimamente.Llegar a casa de mis padres siempre había sido una mezcla de nostalgia y resignación. En otros tiempos, habrían recibido a Ka
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