Cecilia se sobresaltó al escuchar los golpes en la puerta, cada vez más fuertes, acompañados del chirrido del metal forzado. El corazón le retumbaba en el pecho, pero no dudó ni un segundo. Tomó su mochila con rapidez y sus ojos recorrieron la habitación en busca de una salida.La encontró: una ventana.Corrió hacia ella, la abrió con brusquedad y, sin pensarlo demasiado, trepó al marco justo cuando la puerta se abría de golpe. Dos hombres armados irrumpieron en la habitación, pero ya era tarde: Cecilia había salido al exterior.El aire frío le golpeó el rostro. Estaba en un filo angosto de la mansión, a varios metros del suelo. La vista hacia abajo le provocó vértigo; el estómago se le encogió y las piernas le temblaron. Si caía, no habría salvación.Pero no podía detenerse. Con la mochila bien sujeta al cuerpo, avanzó con pasos ágiles y calculados, tratando de no mirar hacia el vacío. El miedo se mezclaba con la adrenalina, empujándola a seguir adelante.Con un salto preciso, logró
Leer más