POV : Liam Azacel
El sauna quedó silencioso tras el portazo. El vapor aún se aferraba a la piel y al aire, denso, pegajoso, como si el mundo se hubiera detenido para dejarme a solas con mis pensamientos. Observé cómo las gotas de agua resbalaban lentamente por la pared de piedra, y por un instante sentí la necesidad absurda de borrarla de mi mente.
Pero no podía. Ni siquiera quería.
Su olor todavía flotaba, mezclado con el calor del vapor y el sudor. Lo recordaba con claridad: su cabello pegado a la frente, el temblor de sus manos mientras me empujaba, el corazón latiendo tan rápido que podía escucharlo incluso sobre el rugido de mis propios pensamientos. Cada gesto suyo había sido un desafío, cada mirada un reto que, de alguna forma, me había arrancado de la calma calculada que intento mantener siempre.
Me recriminé de inmediato. No debía pensar en ella. No en esos labios que habían rozado los míos y que, pese a todo, habían dejado un rastro de deseo y provocación que me molestaba.