La puerta se cerró con un clic suave, y el silencio volvió a llenar la habitación.Anfisa abrió los ojos lentamente, como si temiera que el mundo hubiera cambiado mientras fingía dormir. Aún podía sentir el olor de él en las sábanas, el calor de su cuerpo en la piel, el cosquilleo en sus labios donde la había besado al despedirse cuando Henry lo llamó. Thomas había intentado despertarla con susurros y caricias, pero ella se mantuvo inmóvil, fingiendo estar demasiado agotada para responder. No era del todo mentira.Ahora que estaba sola, se atrevió a moverse. Se incorporó con cuidado, sintiendo una leve punzada entre las piernas. Un dolor nuevo, íntimo, pero más que físico. Bajó la mirada, sus mejillas encendidas incluso estando sola, y entonces lo vio.Una mancha tenue, rojiza, marcaba las sábanas blancas. Pequeña. Irrefutable.Su garganta se apretó.No sabía por qué, pero verla le provocó una mezcla extraña entre tristeza, vergüenza… y algo parecido al miedo. Se cubrió el pecho con l
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