Elyria se estiró sobre el diván junto a la cama, suspirando con autosatisfacciónCerró los ojos un instante, saboreando el recuerdo de cómo Gregor la había mirado y en cómo estuvo a punto de besarla. «¡Ya casi lo tengo!», pensó segura de que en cualquier momento, caería rendido ante sus encantos, y cuando eso pasara, lo celebraría como niña emocionada. ¡Lo estaba logrando! Para alguien como ella, inexperta en la seducción, conseguir más avances que esa loba desgraciada que intentaba competir con ella era una victoria aplastante.Suponía que nadie la molestaría, al menos no en ese momento, ya que Mairen tenía mucho que explicarle a Gregor, y también tenía demasiado que demostrar. Por lo que no le quedaría tiempo ni energías para fastidiarla. —Gracias al cielo, hoy no volveré a ese infierno llamado cocina… —murmuró para sí con deleite.Frunció los labios con disgusto. Aun si no hubiera nacido princesa, pensaba que la cocina era un lugar horrendo y que sería un castigo. No entendía có
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