El sonido de la cafetera llenó el departamento con su gorgoteo reconfortante. Sophia apoyó los codos sobre la mesada de la cocina, con el celular en una mano y la taza todavía vacía en la otra. Afuera, la mañana tenía un gris lavado, de esos que no invitan ni a salir ni a quedarse. Un clima suspendido, como ella.Rex bostezó desde su rincón, estirando las patas con dignidad canina antes de dejarse caer nuevamente en su cama redonda. En la radio del comedor sonaba algo instrumental, suave, sin letra. Sophia ya había perdido la costumbre de llenar el aire con palabras.Abrió su red social favorita casi por inercia, sin buscar nada en particular. La aplicación se actualizó y lo primero que apareció fue una foto del evento del fin de semana: la alfombra roja, un grupo de invitados conocidos, luces y copas de espumante. Ella misma, de espaldas, con el vestido de Alfosina y el cabello recogido. A su lado, Gabriel, en su traje negro de solapas satinadas, sonriendo con la exactitud de alguien
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