Simón se tensó un poco y contestó con sinceridad:—Pues… estuvo bebiendo.—¿Bebiendo?Luciana lo repitió muy despacio, dejando entrever una marcada ironía.Asintió con la cabeza y espetó:—Entonces, señor Guzmán, no veo por qué seguir con el tratamiento. ¿Para qué tomar remedio?Dicho esto, retiró su mano y se incorporó, dispuesta a marcharse.—¡Oye!Alejandro se sobresaltó. Se movió con rapidez y la sujetó de la muñeca.—Me siento mal, ¿a dónde vas?—¿A dónde crees? —respondió Luciana, esbozando una sonrisa helada—. Obvio que me largo. Lo siento, pero no puedo sanarte. Hazme el favor y despídeme ya.“¿Está enojada?”, pensó Alejandro. Era la primera vez que ella le hablaba así desde que había regresado. Y, curiosamente, no se sentía molesto; al contrario, sintió una punzada de temor. Conociéndola, sabía que cuando Luciana decía que se marchaba, no bromeaba.Aun así, fingió desdén:—¿Te pones así por tan poco? ¿Ya vas a renunciar?—¿Que me pongo así por poco? —repitió Luciana, imitando
Ler mais