DONNA CRUZCarla volteó hacia mí, entornó sus ojos con desconfianza antes de apretar los labios y asentir. Jerry besó su frente, orgulloso del poder que todavía tenía sobre ella. Era su perra fiel. En cuanto ella se fue, Jerry volteó hacia mí, desganado y resoplando. —Creo que necesitas tiempo para pensar —soltó por fin antes de levantarme de la cama y cargarme sobre su hombro—. En verdad lamentaría tener que deshacerme de ti de esa manera. Así que, por favor, piensa bien lo que responderás.Me sacó por el pasillo y me metió a la habitación contigua. No pude ver mucho hasta que por fin me acomodó sobre una silla. Cristine estaba ahí dándome la espalda, atada a una silla, también Zafrina, aunque al poner más atención supe que estaba muerta. Antes de atar mis tobillos a las patas de la silla, Jerry se prendió un cigarro. Hincado ante mí, sonrió y levantó su mirada hacia mí. —Piero no es el único que puede poner el mundo a tus pies —agregó quitándose el cigarro de la boca, y después d
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