ELIOT MAGNANI
Derek había puesto el altavoz cuando escuchó a Sloane pronunciar el nombre de Jonathan, lo que escuchamos después fue como una puñalada en el abdomen, pero cuando Jonathan mencionó a Cristine, fue como si ese puñal lo retorciera de manera dolorosa.
El silencio continuó por largos minutos después de que el estruendo a través de la línea nos avisara que Jonathan había destrozado el celular de Sloane. Entonces nos vimos entre Derek y yo, sabiendo que, si yo iba con él a rescatar a Sloane, podría perder a Cristine y viceversa.
—Yo puedo ir solo a ese psiquiátrico… —susurró Derek con las mandíbulas apretadas y me vio fijamente a los ojos.
—Yo puedo ir solo a la casa de Zafrina… —contesté con la misma determinación.
¿Recurrir a la policía era una opción? No, no habían hecho nada por nosotros, por el contrario, solo tenía que recordar a Esposito para saber que a veces eran más un obstáculo que un apoyo.
Apreté los labios y volteé hacia la sala donde los niños jugaban y reían,