El sonido del portón cerrándose fue un eco bajo, profundo, como un latido primordial sellando la transición. El zumbido de la energía, mientras la puerta volvía a cerrarse, resonó por el aire, y con ello, una sensación de que todo estaba en su lugar, que el paso entre los mundos ya estaba sellado, al menos por ahora. El lugar era irreal, sobrecogedor, como si cada elemento, cada rincón de este plano estuviera esperando que algo sucediera, que alguien como yo cruzara su umbral, que el destino de todo el universo tomara un giro inesperado. Y mientras el viento suave de ese mundo susurraba a mi alrededor, supe que estaba en el lugar correcto, en el momento justo, y que las puertas que había cruzado me llevarían a donde nunca había imaginado. Todo en si era un espectáculo en sí mismo. Todo estaba bañado en tonos blancos y celestes, con enormes columnas color crema que sostenían techos abovedados, decorados con detalles dorados. El suelo parecía hecho de mármol pulido, reflejando la luz
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