Khloe—Laia, revisa bien... Tenía el celular aquí, justo a mi lado. ¿Cómo es posible que haya desaparecido? —murmuré mientras removía frenéticamente las sábanas. Estaba segura de que Dori lo había dejado en la cama.—Aquí no hay nada, Khloe —respondió ella, ya cansada de buscar.Suspiré frustrada, dejándome caer sobre el colchón—. Es inútil. Olvídalo... Tendré que llamar a Dori.Justo entonces, la puerta se abrió. Un hombre entró sin avisar. Miré a Laia, confundida.—Señorita, mucho gusto... —empezó él, con un marcado acento extranjero.Un gringo. ¿En serio? ¿Y ahora esto?—¿Quién es usted? —pregunté con recelo.—Mi nombre es Steven Cox. Agente de la DEA —dijo, con voz firme.DEA. ¿Acabo de escuchar bien?—Debe haberse equivocado de habitación —respondí, intentando mantener la calma.—Además, las horas de visita ya pasaron —agregó Laia, cruzándose de brazos, desafiante.—¿Buscaban un celular? ¿Tal vez uno que sirve para comunicarse con Joel? —soltó el agente, observándome con demasiada
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