Maicol
No sé cómo explicarlo. Esta sensación... este deseo por ella, me consume. Hay algo en Khloe que me desarma por completo. La forma en que camina, la fragilidad detrás de su mirada, su voz… Desde el primer momento, me hechizó. Y lo que siento por ella va más allá del deseo: es una necesidad de cuidarla, de protegerla, de salvarla incluso de sí misma.
—Te llevaré a casa para que descanses —le susurro, mientras le acomodo un mechón de cabello tras la oreja.
—¿Descansar…? Pensé que... descansaríamos juntos —murmura con una sonrisa ladeada.
Lo sabía. Ella también lo desea.
—Créeme que quisiera —le respondo, conteniéndome—, pero acabas de salir del hospital. No puedo... No me lo perdonaría. ¿Me das la dirección para llevarte?
Salimos del hospital y caminamos hacia mi auto. Ella sube sin decir mucho, apenas suspira y empieza a indicarme por dónde ir. Yo la escucho en silencio, sin atreverme a preguntarle lo que realmente me carcome por dentro:
¿Por qué se cortó las muñecas?
¿Por qué s