Maicol
Me reconforta saber que tomé la decisión correcta, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Ahora es cuando más me necesita. Sin decir una palabra, camino hacia la patrulla y me subo con determinación.
—¿Qué haces, Maicol? —pregunta Jorge, desconcertado.
—Estoy contigo en esto. No creí ni por un segundo lo que me dijiste hace un rato. Así que por favor… conduce.
Jorge duda un instante, pero finalmente arranca. No tengo idea de a dónde vamos, ni me importa. Lo único claro es que no pienso dejarla sola.
El trayecto transcurre en silencio, denso como la tensión que flota en el aire. Finalmente, llegamos a un edificio discreto, sin rótulos, sin señales. Al descender, noto a un hombre que nos espera con expresión severa. Por su porte y mirada calculadora, deduzco que es el agente estadounidense del que Khloe me habló.
Khloe
—Señorita Khloe, ¿qué hace aquí?
Todavía estoy a tiempo. Podría dar media vuelta y olvidarme de todo. Pero no lo hago.
—Vine a traerle su celular —respondo, ten