Al regresar a este maldito infierno, me encuentro con Maicol esperando afuera. Busco un cigarrillo en mi bolso mientras camino hacia la puerta, fingiendo que no noto su mirada clavada en mí. Enciendo el cigarrillo y dejo que el humo me envuelva, como si pudiera esconderme en él.—¿Entonces vas a fingir que no me conoces? —espeta, la voz cargada de molestia—. Me dejas aquí, esperando como un estúpido.Exhalo lentamente, conteniendo las ganas de explotar, y giro apenas el rostro hacia él.—Lo siento… Tenía que salir —murmuro, sin detener el paso.—¿Salir? ¿A dónde? —inquiere, mirándome con esa preocupación que, por un momento, me quiebra.—Son mis asuntos —respondo con frialdad—. Ahora, si me disculpas, tengo que entrar.Sigo caminando, pero Maicol me sujeta de la mano. Nuestras miradas chocan, y siento cómo todo lo que guardo dentro se agita, queriendo escapar.—No entiendo… ¿Te pasa algo? —insiste, casi suplicante.Si supiera todo lo que me pasa… Las ganas de llorar hasta quedarme vací
Leer más