CAPÍTULO 2. REGRESO DE UN AMOR DEL PASADO

Por primera vez Gálata se enfrentó a una negativa tan rotunda de su padre, y también por primera vez sintió temor, nunca habían estado en desacuerdo, siempre la apoyaba en todo, pero al parecer está vez iba a ser la excepción. 

Se quedó viéndolo no solo con sorpresa, si no con un atisbo de tristeza y hasta de molestia.

—Papá ¿Por qué te pones de esa manera? ¿Por qué te desagrada tanto Matteo? Él es hijo de tu mejor amigo, del tío Nick, ¿Por qué no sería el hombre adecuado para mí? —preguntó sin dejar de ocultar su contrariedad frente a la posición de su padre.

—¡Porque no! No me gusta para ti —habló el hombre con firmeza, mientras permanecía con su hija aún en el salón discutiendo, llamando la atención de algunos de los presentes.

—Papá a quien debe gustarle es a mí, no a ti, quien se casará con él soy yo —mencionó decidida.

—¿Casarse? ¿Cómo que casarse? ¡Estás loca! Si no me gusta la idea de una relación amorosa entre ustedes, menos aún la del matrimonio.

» Él es un hombre y tú una niña de dieciocho años que aún no conoces de la vida, te falta mundo por recorrer, conocer chicos de tu edad, vivir lo maravilloso de la vida, además tiene novia —expresó sintiéndose angustiado, ante la idea de ver a Gálata casada tan joven.

—No pensé que fueses tan hipócrita papá, te recuerdo por si lo has olvidado, mi mamá tenía dieciocho años, cuando estuviste con ella y tenías más diferencia de edad entre ustedes que la de Matteo y yo —cuestionó la joven indignada.

—Por eso lo digo, hice sufrir por mucho tiempo a tu mamá, porque era un hombre mujeriego, con otros propósitos en mi vida, me comporté mal con ella, y no pudimos ser felices, si no mucho tiempo después, no quiero eso mismo para ti —pronunció casi en un tono de lamento.

—¡No es lo mismo! Matteo no es un mujeriego, es responsable, es un hombre inteligente, no es como tú a su edad.

—Es un hombre de aspecto frío, seco, distante, serio, demasiado realista, pareciera que no corriera sangre por sus venas, tú eres por completo opuesta, una jovencita cálida, cariñosa, soñadora —debatió Sebastián.

—Los polos opuestos se atraen papá —siguió oponiéndose la jovencita a las palabras de su padre —. Además, si debo cambiar algunos aspectos de mi personalidad para agradarle más, lo voy a hacer.

—Eso no está bien, nunca debes cambiar tu carácter para agradar a los demás. Quien te ama debe aceptarte con tus virtudes y defectos, es parte de tu esencia. Por otra parte, Matteo ama a otra mujer, y contra eso no puedes luchar —concluyó sintiéndose derrotado por no poder convencer a su hija, además se dio cuenta de la agitación de la joven.

—Lo haré enamorarse de mi, ya verás como si seré feliz con él —señaló con determinación.

Sebastián suspiró, sintiéndose triste porque temía por su hija, sin embargo, no podía hacer nada, como padres le tocaba aconsejar mas no podía imponerle su criterio a sus hijos, después de todo, era necesario que cada quien viviera sus propias experiencias.

 —Cuídate mi niña, no te quiero ver sufrir, quisiera tanto cuidar tu corazón para que nunca nadie pueda hacerte daño —pronunció abrazándola.

Dos semanas después de esa conversación con su padre, Matteo terminó con su novia, y unos días después comenzó a salir con Gálata y frecuentarse, luego de dos semanas Matteo le pidió ser su novia y catorce días después contrajeron matrimonio en uno de los acontecimientos más grandes del país".

Cuando esos sucesos llegaron a su mente, Gálata suspiró, su padre tuvo la razón y se negó a escucharlo, porque para ella el hecho de que Matteo pusiera sus ojos en ella y terminara pidiéndole ser su novia y matrimonio, fue su sueño hecho realidad, incluso se enfrentó a su madre y a Paula su mejor amiga, la llamó envidiosa y celosa porque al final Matteo le hizo caso y no a ella. 

Los recuerdos surgían como una especie de cascada en su mente, no le daban ninguna tregua, por más intentos de represarlos, era imposible, su mente estaba empeñada en mostrarle, cómo se enfrentó a todos, por ese amor que creyó sincero y genuino.

"Su amiga llegó temprano a recogerla, la noche anterior no pudo conversar con ella porque regresó muy tarde de su cita con Matteo, además la euforia por su petición de matrimonio, ni siquiera le permitía hablar de toda la emoción.

Apenas la vio se le lanzó encima.

—Amiga querida, soy la mujer más feliz del mundo, por fin mi sueño realidad, adivina —pronunció desbordando de alegría vitalidad.

Paula se quedó viéndola por un momento con sorpresa, su rostro palideció, pero segundos después se recompuso. Gálata sin dejarla hablar, extendió su mano en dónde posaba un enorme anillo de compromiso.

—Mira, Matteo me pidió matrimonio y en dos semanas me caso con él —informó sin ocultar su emoción. Paula le tomó el anillo y esbozó una leve sonrisa.

—Está muy lindo Gálata, me alegro por ti, sin embargo, tengo una duda ¿Por qué te casas en dos semanas? Me parece demasiado pronto, si hace apenas escasas tres semanas él estaba con otra chica y parecía muy enamorado —cuestionó la joven.

—¿Y piensas qué no puede enamorarse de mí? Soy una chica hermosa, inteligente, tengo muchas cualidades ¿Por qué no puedes verlas? —preguntó sintiéndose decepcionada de su amiga. 

—No estoy diciendo eso, sé que eres una joven extraordinaria, por eso eres mi amiga. Pero estás yendo demasiado de prisa, yo confío en ti, más no en él ¿Cómo una persona se va a desenamorar tan pronto de su eterno amor de juventud? Matteo pese a tener solamente dos años de compromiso con ella, vivió una relación cercana por muchos años.

» Deberías esperar, conocerse más, estar seguro de los sentimientos de Matteo hacia ti, luego de eso dar el siguiente paso, no antes de eso —habló la chica sin ocultar su preocupación, por su amiga.

Lamentablemente, Gálata no entendió, incluso malinterpretó la posición de Paula, se molestó y le reclamó.

—Te creí mi amiga, aunque no es así, solo eres una envidiosa —pronunció mirando con enojo a la joven.

Paula la miró con tristeza, sus ojos empezaron a humedecerse, producto de las lágrimas que estaba tratando de retener por todos los medios.

—Gálata, por favor no digas eso, te quiero como a una hermana, hemos estado en las buenas y en las malas, no podría envidiarte, me alegro de que todo te vaya bien, si te estoy aconsejando es por tú bien, porque...—su diálogo fue interrumpido por Gálata, quien la miraba con decepción.

—No sigas fingiendo Paula, si me expresas todo esto no es por mi bien como me expresas, si no porque estás locamente enamorada de Matteo —Paula abrió los ojos de forma desorbitante—. ¿Pensaste que no iba a darme cuenta? Lo sé desde hace mucho tiempo y si no dije nada antes, fue porque no me parecía relevante, mas ahora dado tu fingida preocupación por mi futuro, debo decírtelo.

» Tus palabras no tienen ningún valor, porque vienen de una mujer despechada, solamente pretendes sembrar dudas en mi cabeza, para tener oportunidad con el hombre a quien yo amo.

Vio la tristeza en el rostro de su amiga, quiso retractarse de sus palabras, a pesar de eso, no pudo hacerlo, Paula se plantó en frente con la barbilla levantada.

—Es verdad, él me ha gustado por mucho tiempo —comenzó a decir Paula mientras se limpiaba las lágrimas que habían empezado a brotar de sus ojos—. ¡Pero jamás! Escúchame bien Gálata Ferrari, he intentado el mínimo acercamiento con él, porque sé cómo lo has amado durante todo este tiempo.

» Si te estoy aconsejando, es porque me preocupo y quiero lo mejor para ti. No creí que ante tus ojos, yo fuese tan rastrera —declarado eso se giró y salió, dejando a Gálata con un torbellino de remordimientos".

Ese día se sintió demasiado triste por haberse comportado de esa manera con Paula, y aunque ella reaccionó yendo a buscarla ese mismo día para disculparse y está la recibió de buena manera, hoy día al mirar atrás, no podía evitar recriminarse por su necedad, todos tuvieron razón mas ella no quiso oírlos. 

Por fin, no supo cuánto tiempo pasó sumergida en sus pensamientos, solo sintió sus párpados muy pesados hasta sumergirse en un profundo e inquietante sueño. 

*****

Matteo observaba a su amigo mientras se servía el tercer trago de Whisky, ya estaba aburrido de esa conversación al punto de querer echarlo.

—Ya puedes irte Leandro —mencionó en tono frío.

—No quiero dejarte de esa manera, me preocupas en la situación como estás —señaló Leandro con mortificación—. Por eso no debes retrasar más tu conversación con Gálata cuéntale la verdad, que no la amas, de todas maneras te casaste con ella para olvidar a Helena y si puedes recuperar a tu verdadero amor.

Las palabras del hombre, dejaron pensativo a Matteo, frunció el ceño pareciéndole raro que Gálata no llegará con el tradicional jugo y galletas, nadie cocinaba mejor a ella, de hecho su estómago solo toleraba sus platos, las comidas de otras personas, le causaban indigestión, por eso se abstenía de alimentarse fuera de su casa.

Por un momento, tuvo la tentación de ir a buscarla, sin embargo, luego la imaginó dormida y sintió alivio, mejor era dejarla descansar, además, no tenía el valor para enfrentarla en ese momento, cuando sus emociones eran un mar de confusiones. Incluso, seguía incómodo ante la actitud e insistencia de su amigo de hablar con su esposa.

—Leandro, respóndeme algo ¿Por qué estás empeñado en que hable con Gálata y le diga sobre mis sentimientos por otra mujer? —preguntó entrecerrando los ojos.

—¿Qué insinúas? —preguntó Leandro.

Abrió la boca con sorpresa, sin dejar de ver la expresión inescrutable de Matteo, creyó retiraría sus palabras, no obstante, al ver que este se mantenía en la misma posición, lo cuestionó.

» En verdad estoy muy sorprendido, no lo puedo creer, ¿Por qué pienses que estoy movido por un trasfondo, cuando solo me estoy preocupando por ti? —Aunque hizo la pregunta, no esperó respuesta—, eres mi amigo y mi única intención es no verte arrastrado sintiéndote triste e infeliz —declaró encogiéndose de hombros.

 

Matteo lo vio por unos segundos más y respondió.

—Ya es muy tarde, puedes irte —habló en tono parco—, estaré bien, me quedaré unos minutos más para pensar en el próximo paso a dar. Te acompaño a la entrada.

—No te preocupes, yo sé el camino —respondió Leandro, saliendo e inmediato del despacho y cerrando la puerta tras de sí.

Miró atrás y al verse solo, caminó hasta la cocina, esperando ver a Gálata, al no encontrarla se retiró con un poco de frustración, ya sería en otra oportunidad que hablaría con ella.

*****

Matteo se quedó sentado, sin moverse, tratando de refrenar sus pensamientos, deseando que todo eso se tratara de un sueño y despertara en cualquier momento, su vida era apacible hasta hace un par de días, sin sobre saltos, problemas solo en situaciones laborales, en lo personal, una esposa embarazada y un hijo.

La mayoría de las veces iba del trabajo a su casa, a reuniones familiares, a algunas reuniones de vez en cuando con socios o amigos, pese a ello, mantenía siempre sus sentimientos bajo control, pues no quería ninguna sorpresa que afectara o alterara su tranquilidad, desde el momento cuando terminó con Helena, guardó toda emoción en lo más profundo de su ser, porque no deseaba volver a sufrir ningún daño.  

Estaba sumergido en esos pensamientos, cuando su teléfono celular comenzó a repicar, vio en la pantalla un número desconocido, por un momento se sintió tentado a no atenderlo, no obstante, su curiosidad fue mayor.

—Aló, habla Matteo Sebastini por aquí y ¿Por allá? —preguntó con un poco de curiosidad. Enseguida una voz femenina, se escuchó al otro lado de la línea.

—Matteo, ¡Oh por Dios! No tienes idea de lo feliz que soy al volver a escucharte. Lamento molestarte, pero tenía muchos deseos de escuchar tu voz, no pude soportar más tiempo sin ti, soy yo, Helena —habló sin ocultar la emoción de su voz.

“El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce.” Eduard Thomas.

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