Némesis por naturaleza
Némesis por naturaleza
Por: PolyFLOWERS
Capítulo 1

 

Una brisa carismática se escabulló por la ventana y refrescó mis mejillas, logrando con ello un efecto renovador para mi rostro.

Había sido un largo viaje y más aún si le sumábamos los nervios de no conocer con certeza nuestro destino y de haber abandonado todo lo que conocíamos (desde nuestro hogar, amigos y aquella e inigualable sensación de saber con certeza lo que sucedía o lo que pudiera llegar a suceder).

Toda aquella seguridad a cambio de cumplir el sueño universitario. Era ambicioso por parte nuestra. Es decir, nuestros amigos nunca se atrevieron ni siquiera a pensarlo. No era muy común que al terminar la secundaria se pensara en la universidad. No al menos en un pueblo donde el simple hecho de graduarte del secundario era un pasaporte directo para conseguir un trabajo rentable.

Sin embargo, mi hermana y yo sabíamos que debíamos ir por más. Era una de esas cosas que uno simplemente lo siente así, y sólo sabes que debes intentarlo. Era nuestro desafío y lo habíamos aceptado desde hacía un buen rato.

Fue por ello que no dudamos en hacer nuestras maletas tan pronto como llegó la hora de partir. Ansiosas por haber aceptado el reto, nos paramos en la línea que marcaba los límites de nuestro bello pueblo con el resto del mundo. Contemplamos el desafío. Sería una gran montaña a escalar. Pero nos habíamos preparado toda la vida para esto. Fue puro instinto lo que nos impulsó a dar el primer paso. El resto, fue por pura decisión.

Fue a través de las mismas ventanillas que vimos cómo nos alejábamos de nuestro hogar y de todo lo que conocíamos. Para acercarnos a aquella ciudad que sería nuestro nuevo hogar.

Habíamos visto algunas revistas con fotografías de ésa ciudad y tan pronto las contemplamos, nos fascinó con su estilo gótico totalmente novedoso para nosotras. Claro que nos sorprendió de que no exagerara en nada el artículo cuando decía que “Desde la entrada, junto con las enormes gárgolas cumpliendo su deber de guardianes, hasta las profundidades de las calles de la ciudad, podrás encontrarte con detalles enigmáticos en cada rincón, edificación, así como en cada recoveco encontrarás un enigma deseoso por ser resuelto.”

Pese a que circulábamos en un colectivo, pudimos contemplar algunos de los tantos detalles que las gárgolas presentaban. Eran dos dragones imponentes, cuyas alas terminaban por unirse, actuando a modo de portal para entrar a la ciudad. Por debajo de aquel par de bestias aladas, fue como terminamos por entrar a la ciudad más detallista del mundo: Cielo Azul.

El chofer nos advirtió que haría su última parada, por lo que terminamos despidiéndonos de él, era una buena persona. Fue muy agradable con nosotras, aunque por algún motivo, lucía algo inquieto, como si su reloj estuviese ahorcándolo con la hora. No nos llamó la atención, seguramente tendría otros recorridos que hacer y a los que llegar a tiempo.

Bajamos de un salto el último peldaño de las escaleras del colectivo. La brisa húmeda hizo garabatos con nuestros cabellos. Podíamos sentir que la adrenalina comenzaba a fluir por nuestras venas. Pisábamos nuestro campo de batalla, a partir de ahora, nada podía hacer que nos retractáramos de nuestra decisión. Olíamos el desafío. La ciudad se preparaba para nuestra llegada y nosotros también lo habíamos hecho.

— Próximo destino…

— La universidad.

Concluimos saboreando cada palabra de nuestro nuevo reto.

Comenzamos a caminar por las veredas de la que ahora sería nuestra ciudad. Procuramos recordar los nombres de las calles, pero fue una tarea bastante difícil, ya que eran nombres tan antiguos y confusos, que incluso no estábamos seguras de que se trataran de algún prócer del que estuviéramos al tanto. Pero… ¿Quiénes éramos para juzgar? Así que seguimos caminando, intentando por todos los medios leer el mapa que mi hermana luchaba por descifrar. Nos fue guiando pero era arduo distinguir entre si nos estaba guiando o si sólo estaba dispuesto a hacernos dar más vueltas solo para hacernos perder.

Terminamos llegando a la plaza principal, que según el mapa, era el complejo a donde queríamos llegar.

Decidimos que lo mejor sería averiguar por otros medios qué dirección tomar para llegar a la universidad, pues allí nos asignarían una habitación en el complejo universitario, así como también las tareas adicionales que deberíamos cumplir para costear los gastos y los víveres, así como los libros que deberíamos comprar, incluyendo a su vez, algunas prendas nuevas para nuestro guardarropa; ya que veníamos de un pueblo demasiado frío y el clima de Cielo Azul era más bien cálido, por lo que no veníamos bien preparadas para eso.

Mi hermana fue quien se encargó de pedir indicaciones, por lo que terminó por entrar a una confitería para averiguar cómo llegar al lugar en cuestión.

Dejé nuestras maletas apoyadas en el suelo. Teníamos una carga bastante ligera. Cada una llevaba una mochila de tela y su propia maleta. Y aunque fuese una locura, eso era todo lo que teníamos. Éramos un par de forasteras enfrentándose al resto del mundo.

Aquella última frase me robó una sonrisa. Era gracioso pensar de ése modo. Siempre hablábamos así cuando pensábamos en grande. Después de todo, una vez pensamos de ése modo chistoso acerca de éste momento, nuestro primer encuentro con la ciudad, y fue siempre ése mismo pensamiento el que terminó impulsándonos para que hoy estuviéramos allí.

Eché un vistazo a la plaza y al resto del epicentro de la ciudad. Era llamativo ver que el movimiento fuera prácticamente nulo. De hecho, no había personas por ninguna parte. Traté de verificar si no había alguna clase de corte de tránsito o algo por el estilo, pero todo parecía estar bien. No había manifestaciones ni nada que se le pareciera como para cortar la circulación vehicular.

Entonces, un potente y alarmador sonido hizo que todo mi ser se estremeciera por completo. 

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