Capítulo 7:

Gris.

Esa era la palabra que se ajustaba a mi estado de ánimo en los días siguientes al cumpleaños de Carla, y lo mejor de todo era que nadie podía culparme.

Otro estornudo salió a toda velocidad, haciéndome cerrar los ojos con fuerza, y lastimando mi garganta todavía más de lo que estaba.

Sorpresa, también estaba enferma. Bueno, era lo más lógico, teniendo en cuenta que regresé a casa esa noche con una fina lluvia cayéndome encima. No habían pasado ni dos horas, y ya tenía la nariz roja y una fiebre de casi cuarenta grados.

Unos suaves toques en la puerta hicieron que desviara la atención hacia ahí.

— Adelante— concedí con voz ronca.

Parecía un hombre hablando, toda ronca y grave.

Mis mejores amigas entraron dando saltitos de alegría y con enormes sonrisas en la cara. No habían podido venir a verme antes porque justo estaban dando algunos repasos en la escuela para las actividades evaluativas que hacían cada final de semana. Yo llevaba los

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