Maicol
Tal vez estos malditos efectos están alterando mis sentidos, porque no puedo dejar de pensar en esa mujer desde el momento en que la vi. Juro que no me importa dónde trabaja, porque, de no ser por ese lugar, quizás nunca la habría conocido. Tiene mi alma completamente atrapada…
Estos últimos días solo hemos compartido besos hambrientos, aunque apenas sé su nombre. Y aun así, estoy loco por ella. Ya le pedí que se viniera conmigo, pero siempre me responde: "Las cosas no son así, vas demasiado rápido".
A veces la observo en silencio, y en su mirada puedo leer lo que su boca calla: que solo necesita ser cuidada, que alguien la trate con ternura… como merece.
—Señor —me interrumpe mi asistente—, ¿recuerda la cita que me pidió que agendara? Bueno, ha llegado el día.
Tardo un segundo en ubicar de qué me habla… pero sí, claro, la cita con ese policía. ¿Qué querrá?
—Hazlo pasar —respondo, metiendo las manos en los bolsillos mientras intento ordenar mis pensamientos.
Unos instantes desp