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Amor Prohibido

Amor ProhibidoES

Historia
Kendall Maison  En proceso
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Resumen
Índice

Sinopsis

MatrimonioValienteIndependienteAventureroHistóricohermosa protagonista femeninadificultades

Una joven llega de Inglaterra con los suyos expulsados por sus creencias. En el nuevo mundo conocerá a un jefe indio que debería casdarse con una mujer de su raza, al igual que ella lo debería hacer con el hombre que su padre eligiese para ella. Pero las circunstancias jugarán a favor de ambos y un destino ya prefijado hará que se conozcan...¿podrán ser felices juntos?, ¿sobrevivirán a sus respectivos destinos?

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Último capítulo

  • UNA NUEVA VIDA

    CAPITULO XXVIUNA VIDA NUEVAJonathan y Catheryn, ayudaban a Andrew y Anne a recobrar el ánimo y la cotidianeidad. No resultaba fácil, y Eleonor, completamente inocente de lo que le había sucedido, estaba pagando por ello. No tenía permiso para salir de la cabaña ni alejarse de la vista de su padre, con lo que su vida había sido reducida a unos estrictos límites, que la aprisionaban. Solo cuando Andrew salía de caza o bajaba al río, ella podía ir con él y disfrutar del entorno que tanto la fascinaba. Aquel iba a ser un día como todos los demás pero todo cambió con la inesperada visita de Owochett al río, para dar de beber a su montura. Pequeño lobo, su hermano pequeño, iba con él y ambos llevaban de las bridas a sus monturas. Andrew les vio a lo lejos en un recodo, donde las aguas se remansaban y algunos árboles aislados, daban cobijo y sombra a los que se acercaban por allí. No le dijo nada a Eleonor, no quería alterarla ni que se sintiese incómoda, pero ella también les había visto

  • LOS PURITANOS

    CAPITULO XXVLOS PURITANOSLas fronteras estaban delimitadas hacía ya un año, y el gobernador Winthrop, tenía poderes sobre la comunidad puritana y sobre los ingleses, que por deseo expreso de su Augusta majestad, debían someterse a su arbitrio. La nación nagarranchett seguía en guerra con la iroquesa y la pequot, pero su aportación era ahora, meramente logística. Les entregaban arcabuces a los indios y estos les permitían vivir sin enrolarse en sus filas, en las batallas tribales que estos libraban. No así a los ingleses, que por decisión real, se habían aliado con estos contra la creciente influencia francesa en la zona, algo más al norte. El rey Carlos deseaba expulsar del Canadá a los franceses y no escatimaría esfuerzos y recursos para lograrlo finalmente.El jefe Owochett, visitaba prudentemente la aldea de los puritanos y veía con desagrado como Brian paseaba con Eleonor por esta, bajo la estricta vigilancia de su padre en esta ocasión, que unos pasos por detrás, controlaba la

  • LA GUERRA NAGARRANCHET

    CAPITULO XXIVLA GUERRA NAGARRANCHETTTres mil indios nagarrancgett, de las siete tribus que conformaban la nación india, avanzaban por la llanura, tras atravesar el espeso bosque que separaba las tierras de los coweset de las de los iroqueses. Los ingleses, aún no habían hecho acto de presencia y los holandeses iban encabezando las tropas indias, arcabuces al hombro, cargados y listos para disparar. Canonicus a caballo, cabalgaba al lado de sus seis jefes aliados y los seis chamanes tras ellos. Los guerreros más famosos tras estos, y después, la masa de guerreros, en busca de fama y ascenso en el rango de su tribu.Tres años de paz terminaban para los recién llegados puritanos y cuando ellos llegaron a lo alto de la colina, desde donde vieron las tropas de la nación india llegar, supieron que el Señor estaría con ellos. Jonathan miró a lo lejos y observó que un puntito negro, se destacaba en el horizonte agrandándose cada vez más. No supo si se trataba de los enemigos de los nagarr

  • DOS HOMBRES, UNA MUJER

    CAPITULO XXIIIDOS HOMBRES, UNA MUJEREn torno a la mesa se daban cita Sendon Laidors, su esposa Elizabeth, Anne y Eleonor, además de Andrew Banters. La tensión flotaba en el aire, pesada y ominosa, como una amenaza latente. Andrew, más preocupado que enfadado, miraba a su hija, clavando en sus ojos los suyos, sin piedad, intimidando a la joven. Antes de iniciar la charla con ella oraron a Dios en busca de guía y pidieron a este, que les otorgase valentía para decir la verdad y cumplir, no con sus deseos sino con los de él.-Hija, has desobedecido una vez más y ya ves a donde te ha llevado tu imprudencia. Quiero que seas consciente de que ese indio, podría muy bien no haber sido un varón honorable y haberte causado daño. No conocemos sus costumbres y no debemos mezclarnos con ellos, menos aún una mujer sola y adoradora de Dios.-Padre…-No, escucha lo que te tengo que decir, eres una muchacha desobediente y te pones en peligro sin excusas. Ahora quiero que me digas lo que en realidad

  • EL NACIMIENTO DE UNA COLONIA

    NACIMIENTO DE UNA COLONIA Eleonor iba sembrando las semillas de la tercera cosecha y Brian la observaba de cerca, deseaba que algún día se convirtiera en su esposa y formar con ella una familia. El sol brillaba en su cénit y la tierra agradecía la ofrenda entregada como prenda de su generosidad. Pero no eran los únicos que estaban en las inmediaciones. Unos ojos negros, penetrantes y profundos, de sobrada inteligencia y rostro duro, les miraban con ansiedad. Eleonor se pasó el dorso de la mano por la frente, perlada de sudor y suspiró sofocada por un sol incandescente, que la quemaba, su piel blanca. Brian bajó ladera bajo, con su corcel sujeto por la brida y despacio, como haría cuando cazaba ciervos, para no asustarlos, se acercó con una gran sonrisa en su cara aniñada. -¡Eleonor!, -le gritó al hallarse a unos metros-¿tienes para mucho?, me honraríais, si decidieseis dar un paseo a caballo conmigo. -Ya sabes que mi padre es muy estricto, y después de lo que pasó en playa me tiene

  • EL PRIMER TRATADO INDIO

    EL PRIMER TRATADO INDIOLa reuniónEn la playa, en torno a una mesa, desembarcada del “Albión”, se daban cita los representantes de los puritanos, Lord William y John Wintrhop, y los capitanes, Alonso de Matrán y van Calder., por un lado. Por el otro, Lord Laraby y el capitán Canter. La tensión se reflejaba en sus rostros y sus manos, se crispaban en un gesto casi hostil al aferrar los pomos de sus espadas envainadas. A unos metros de distancia, una docena de hombres con picas y arcabuces, esperan a que su capitán, Alonso de Matrán les diga como obrar. Y no muy lejos otra docena de espadachines holandeses espera lo mismo de van Calder. Los ingleses, tras Lord Laraby a prudente distancia, observan expectantes la marcha de la reunión. Canonicus se sienta en medio de las delegaciones, de ambos bandos, y mira con gesto hosco al inglés.-Caballeros, traigo conmigo el pergamino en que Su Augusta Majestad el rey Carlos I de Inglaterra, me otorga poderes especiales para negociar la paz y el a

  • DIFÍCIL DECISIÓN

    DIFICIL DECISIÓNLord Laraby y el capitán Canter esperaban ya en la playa a los miembros de la larga comitiva que se acercaba, protegidos por los arcabuces de treinta marineros que rodilla en tierra, esperaban órdenes. No muy lejos Lord William, John Winthrop, Jonathan y el capitán Calder así como el capitán Alonso de Matrán, se separaban del núcleo para destacarse y parlamentar con el inglés. Como un baile de relucientes disfraces, en el que cada varón, ostentaba el deseo firme de ganar el primer premio con su vistoso uniforme, los representantes de ambos bandos, se acercaron y a prudente distancia, comenzaron a hablar. Cuarenta arcabuceros españoles y otros tantos holandeses, esperaban órdenes, como los ingleses, para disparar, en caso de que fracasasen las negociaciones y se entablase combate.-Soy Lord Laraby, emisario y consejero del Su Augusta Majestad el rey Carlos I. No traigo órdenes de emprender acción alguna contra los huidos del rey y sí, credenciales para negociar una paz

  • DOS HOMBRES Y UNA MUJER

    CAPITULO XXIIIDOS HOMBRES, UNA MUJEREn torno a la mesa se daban cita Sendon Laidors, su esposa Elizabeth, Anne y Eleonor, además de Andrew Banters. La tensión flotaba en el aire, pesada y ominosa, como una amenaza latente. Andrew, más preocupado que enfadado, miraba a su hija, clavando en sus ojos los suyos, sin piedad, intimidando a la joven. Antes de iniciar la charla con ella oraron a Dios en busca de guía y pidieron a este, que les otorgase valentía para decir la verdad y cumplir, no con sus deseos sino con los de él.-Hija, has desobedecido una vez más y ya ves a donde te ha llevado tu imprudencia. Quiero que seas consciente de que ese indio, podría muy bien no haber sido un varón honorable y haberte causado daño. No conocemos sus costumbres y no debemos mezclarnos con ellos, menos aún una mujer sola y adoradora de Dios.-Padre…-No, escucha lo que te tengo que decir, eres una muchacha desobediente y te pones en peligro sin excusas. Ahora quiero que me digas lo que en realidad

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La joven, muy nerviosa, ataviada con su túnica de novia, ribeteada en flecos rojos y blancos, y ceñida por un ancho fajín del mismo color, avanzaba en dirección a la tienda de la esposa del jefe de la tribu india. Iba a casarse al día siguiente y ella le aconsejaría cómo comportarse con su amado. Apartó la piel que cubría la entrada y penetró, no sin cierto temor reverente. Una atmósfera cargada de humo, proveniente de incienso a través del que entraba una tenue luz diurna, la envolvió. -Ven acércate hija, no temas nada. La muchacha obedeció y al llegar ante la mujer, se sentó frente a ella. Era una mujer anciana, que se sentaba recta y orgullosa, con las piernas cruzadas y de cuya cabeza caía por su pecho una larga y ancha trenza de cabello blanco como la nieve. Dos plumas rojas adornaban su testa y sus ojos azules penetraron en su misma alma. -Sé que estás nerviosa y asustada, yo lo estaba a tu edad también. Pero está tranquila yo te ayudaré, Haremos una cosa, en vez de darte co
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El embarque
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CAPITULO IIEL EMBARQUELord William Sentheyr, se enfundaba una oscura capa y embozado cual criminal, salía de la casa de campo en que había tenido lugar la reunión con los cabeza de familia, de las siete familias implicadas en la fuga a Nueva Inglaterra. Por causa de su religión, el rey le había confiscado sus tierras y su título y se veía mendigando en casa de cada familia puritana, que le servían con gusto. Sabían que cuando llegasen a las costas americanas, él sería el más influyente. Conocía a John Winthrop, que lideraba la operación de fuga de Inglaterra. Se rumoreaba que William Laud, iba a ser nombrado arzobispo de Canterbury y eso supondría la cruenta persecución y ejecución, tanto de papistas, como de disidentes de la Iglesia Anglicana, como de ellos mismos. Huir era la única salida que les quedaba. Lord Sentheyr se introducía en una carroza que evidenciaba el paso del tiempo y el excesivo uso, y daba dos golpes en el techo de esta, para que el cochero en el pescante
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La travesía
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CAPITULO III LA TRAVESÍA En el camarote del capitán Lord William, y Sir Anthony, recibían ropas secas y otro tanto, hacían con los varones, que llegaban chorreando. Las tres mujeres y los seis niños, fueron llevados a uno de los camarotes, habilitados en la cubierta inferior, para que las mujeres estuviesen cómodas, a salvo de miradas lujuriosas. Las maderas de los navíos, humedecidas por las sucias aguas del Támesis, se dejaban acariciar, y navegaban una tras otra, como cisnes que huyen de jaula de hierro. Los capitanes, daban orden de soltar velamen una hora más tarde, y sus velas se hinchaban para insuflar vida renovada a los dos barcos, que salían del estuario del Támesis, introduciéndose en mar abierto, para dar forma a las esperanzas de un grupo de familias, que aspiraban a ser libres, adorando a su dios, en una tierra virgen, que Dios, a modo de Tierra Prometida, les ofrecía como lugar donde morar por tiempo indefinido. -Señor
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UN NUEVO HORIZONTE
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CAPITULO IVUN NUEVO HORIZONTEEl mar semejaba ser un lago cristalino y azulado, inofensivo, si no fuese porque aún permanecía latente, como un dolor penetrante, la desaparición, al ser tragado por él, de aquel joven marinero del “Aurora”. La tripulación se afanaba en recomponer aquellas partes del navío que habían sido dañadas, y los dos carpinteros de a bordo, no daban abasto. Una vela se había rajado en vertical de arriba abajo y había que sustituirla por otra. Y la cubierta, estaba llena de algas negras, y restos de tablazón, arrancado de cuajo, por la furia de la tormenta. En los camarotes inferiores, donde las mujeres y los niños esperaban acontecimientos, la calma, había aportado un poco de paz y los más pequeños, ya no lloraban abrazados a sus madres.-Señor los daños no son importantes pero si numerosos…-le rendía informe el contramaestre Mason, al capitán.-Que cambien la vela mayor, y comprueben los cabos y los palos. No quiero sorpresas desagradables al respecto. Y
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LA REUNIÓN
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CAPITULO VLA REUNIÓNLa débil luz de la vela, iluminaba apenas el pergamino en el que escribía con letra nítida y trazo firme, Jonathan, sus impresiones sobre aquella improvisada huida de Inglaterra. La pluma se deslizaba produciendo un suave chirrido al rasgar el papel, depositando la tinta negra en él y su menta se sumergía en cada palabra. -“He de dejar en pocas letras, mis sentimientos más recónditos, y mi pesar más triste, al relatar como huimos de la tierra de la que brotamos, para ser desarraigados por la mano de un rey cruel, que no ceja en su empeño, por extirpar la adoración a Dios, por no depender esta de su corona. Recorremos el mar, como hijos del exilio, en busca de una tierra que se nos promete amplia y libre…”Unas pisadas fuertes, sobre la maltratada madera de la nao, acercándose, le sacaron de su abstracción y le devolvieron a la realidad. Era Lord William, que golpeaba dos veces la puerta del camarote antes de entrar, como era costumbre en él. Ya había aprendido
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LA BATALLA POR LA LIBERTAD
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CAPITULO VILA BATALLA POR LA LIBERTADEl galeón inglés, impertérrito, siguió cortando con su dañada proa el agua amenazadoramente. Y cuando la nao viró en redondo, para presentar el costado de estribor, recibió una andanada que reventó parte de la popa. Un gran agujero en esta, dejó al descubierto el camarote del capitán y el suelo lleno de peligrosas astillas. No tardó en estar aparejado a la nao y sus marineros echaron los garfios de abordaje, para amarrarlo y pasar a esta. Los marineros apenas opusieron resistencia y pronto los tripulantes del “Revenge” estaban encadenando a los varones y esposando con cuerdas, las manos de las mujeres y niños, que iban a ser trasladados a este. Los cadáveres de tres marineros y dos puritanos, tirados en posiciones imposibles en la cubierta y el cuerpo de otro marinero, que colgaba de un flechaste al que se había enganchado, tras morir de un certero disparo efectuado desde el galeón inglés, conformaban una dramática imagen de la derrota sufrida. E
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CAPITULO VIICOMPARTIENDO LA FELa totalidad de la tripulación y del pasaje, se había dado cita aquella noche, en la cubierta superior. Llevaban velas en las manos y esperaban las palabras de quién era conocedor de las santas escrituras y les conducía a modo de Moisés a una nueva tierra prometida, que manaba leche y miel, espirituales. Que les daría del fruto de su trabajo en paz, todo lo que el Creador había hecho que produjese la tierra para sus hijos amados. Un cielo tachonado de brillantes estrellas, acompañaba el acto. Las llamas de los velones que rodeaban el palo mayor, iluminaban un área especialmente preparada para que varios de los miembros de la Iglesia congregacionista hablasen abiertamente a sus demás hermanos. Entonces, en medio de un silencio sacrosanto, John Winthorp se adelantó y mirando de frente a sus hermanos comenzó a hablarles.-Hermanos en la fe…hoy hemos de dar gracias a Dios nuestro Señor, por habernos salvado de las manos profanas y sangrientas de los enviado
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CAPITULO VIIILA GUERRA DE DIOSEl almirante Don Fernando Ruiz Contreras, veía desde el castillo de proa de su galeón, la nave almiranta de los de carreras de Indias, como se iba cargando todo el bagaje y los pertrechos, que se precisaban para proseguir viaje a Cádiz con la plata de las Indias. A su lado Don Fadrique de Toledo Osorio, capitán general de la armada del Océano, escrutaba el mar, casi a espaldas de Contreras. Le preocupaba la posible traición del empobrecido rey Carlos I, que acababa de firmar la paz con Felipe IV y no dejaba de pensar tampoco en los holandeses, que en paz desde hacía un año con España, podrían ver una oportunidad de hacerse con un botín, capaz de resarcir sus depauperadas arcas. Los palos de los galeones semejaban ser un auténtico bosque de robles, que elevaban sus velas, como ofrendas a un Dios invisible. Los tres navíos llegaban con todo el velamen que les quedaba desplegado, y se dejaban ver en el horizonte con la timidez que aporta la lejanía. Fue
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ALIADOS INESPERADOS
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CAPITULO IXALIADOS INESPERADOSEl capitán español, viendo que el temor se apoderaba de los fugitivos de la nao, se decidió a hablarles con franqueza. No quería un motín en aquel instante en que la flota de indias transportaba el oro de las Américas a la metrópoli española del sur, Cádiz.-Caballeros, espero que este rescate sea el principio de una relación, sino de amistad debido a nuestras creencias, al menos si de respeto mutuo. Esta flota se dirige a España y no podemos dedicar más de una de las naves de guerra a escoltarles, pero les dejaremos bien armados y con pólvora suficiente como para llegar allá a donde se dirijan. No teman, no matamos indiscriminadamente como la propaganda inglesa hace correr, para crear el terror entre quienes no conocen bien, a los marinos del rey de España. Capitán Camron, dad las órdenes pertinentes, para que se repare el navío, mis hombres ayudarán. Deseo hablar con vos en privado.El capitán Alonso de Matrán quería cerciorarse de que la nave holand
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