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De su chica a la princesa de la mafia

De su chica a la princesa de la mafia

En el Upper East Side de Nueva York vivían dos herederos: uno, un fanático de la velocidad que se adueñaba de las pistas de carreras; el otro, un genio de las finanzas que movía capitales a su antojo. Venían de familias igual de poderosas y, aunque sus personalidades eran opuestas, crecieron juntos y cada uno veía en el otro a su único amigo incondicional. Se habían peleado por mujeres, habían discutido a gritos por apuestas en las carreras... y aun así, a los quince años coincidieron por primera y única vez en algo: llevar colgado un pin de cobre sencillo, con una "M" grabada de forma apenas visible en la parte trasera. Era una pieza que Mía había hecho casi sin pensar, en una clase de manualidades, sin que nadie en el salón supiera quién era en realidad. Ellos, en cambio, llevaron ese pin durante diez años. Ni en un podio de Fórmula 1, ni cerrando una inversión millonaria en la Bolsa... jamás se lo quitaron. Hasta que apareció Elena. La hija consentida de un nuevo magnate, que les cosió a mano un parche de tela con hilo dorado. Simple, como esos que en un tianguis o feria venden tres por un dólar. Pero, sin decir una palabra, ambos se quitaron el pin de cobre y se pusieron el parche nuevo. Mía no comentó nada. Solo guardó en silencio una vieja fotografía de ellos que había recortado de un periódico. Esa noche, llamó a su padre en Sicilia. Su voz sonó tranquila, firme: —Papá... acepto la alianza matrimonial.
Cuento corto · Mafia
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Me Regaló un Hijo, Yo Le Regalé una Salida

Me Regaló un Hijo, Yo Le Regalé una Salida

Mi esposo, Diego, dejó embarazada a su exnovia, Sofía, quien padecía una enfermedad terminal. Dijo que era para cumplirle su último deseo de ser madre. El día que dio a luz, Valentina, la hermana de Diego, contrató una empresa de seguridad para vigilar el hospital, alegando que quería evitar que yo montara una escena. Valentina permaneció junto a la cama de Sofía. —No te preocupes, tengo gente apostada en la entrada. Si Elena se atreve a aparecer y causar problemas, haremos que la echen inmediatamente. Diego, al ver que yo no había llegado, soltó un suspiro aliviado. —Sofía, concéntrate solo en dar a luz a nuestro bebé para nazca sano. No te preocupes por nada más. Realmente creía que, como solo estaba cumpliendo el último deseo de su ex moribunda, yo no sería tan irracional como para armar un escándalo. Mirando al diminuto bebé sonrosado en sus brazos, me envió un mensaje: "Querida, hice esto por ti. Hice que ella diera a luz un hijo para nosotros, para que finalmente pudieras ser madre". Pensaba que mientras yo aceptara todo, ese niño se convertiría en mi máxima recompensa. Pero lo que él no sabía era que yo acababa de renunciar a mi residencia médica. En una semana, estaría en Karnea, trabajando como voluntaria en un proyecto de investigación biomédica. Era mi manera de decir adiós definitivamente, estaría a un mundo de distancia de Diego, para siempre. Sin embargo, tras mi partida, me buscó como un loco, suplicándome que volviera.
Cuento corto · Romance
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Cuando dejé de amarte

Cuando dejé de amarte

—Señora González, los estudios confirman que padece cáncer de páncreas en fase terminal.. Si suspende el tratamiento, quizá le quede menos de un mes. ¿De verdad está dispuesta a renunciar? ¿Su esposo, el señor González, también lo acepta? —Sí… él también estará de acuerdo. Colgué la llamada del médico y recorrí con la mirada la casa vacía; una amargura espesa me llenó el pecho. Pensaba que era solo aquel viejo dolor de estómago… y resultó ser cáncer. Suspiré y miré la foto sobre la mesa: Ernesto González, con dieciocho años, me observaba con devoción. Aún recordaba aquel día en que los copos de nieve se asentaron en nuestro cabello y él, sonriendo, preguntó si eso ya contaba como envejecer juntos hasta las canas.
Cuento corto · Romance
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Nunca seremos nosotros

Nunca seremos nosotros

La víspera de la boda, mi novio le envió un mensaje a su antiguo amor. —Eres la única con la que siempre soñé casarme. La boda se acercaba, mientras yo lo veía correr de un lado a otro, organizando todo según los gustos de su amante. Viendo esto, me dejé llevar. Porque ni la boda ni él ya no significaban nada para mí.
Cuento corto · Romance
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Ya No Seré Tu Herramienta Perfecta

Ya No Seré Tu Herramienta Perfecta

La noche que nombraron a Lorenzo jefe de la familia Martín, le entregué mi virginidad. Él era el heredero al que me habían prometido desde antes de saber hablar. Nos besamos contra las ventanas panorámicas, enredados en el calor húmedo del crepúsculo... Sus manos ásperas y urgentes me lastimaron, pero no me aparté. Hasta el dolor se sintió sagrado; ese era un sacrificio que estaba dispuesta a hacer por amor. Perdido en el calor del momento, me prometió unos hermosos zapatos de cristal, para que, al día siguiente, bailara con él el vals inicial en su ceremonia de coronación. El primer baile siempre estaba reservado para el nuevo jefe y su futura esposa. Lloré de alegría, creyendo que mis años de anhelo secreto y espera paciente finalmente culminarían en un final de cuento de hadas. Pero estaba equivocada. ¡Terriblemente equivocada! A la mañana siguiente, arrastré mi cuerpo adolorido para comprar su espresso favorito, solo para escuchar a escondidas cómo los muchachos bromeaban al regresar: —Así que al fin te comiste la cereza de la familia, ¿eh? ¿Cómo estuvo Viviana en tu primera noche como jefe? La voz de Lorenzo al responder era perezosa y a la vez burlona: —Ella tiene cara de ángel y cuerpo de diabla. Es una zorra ardiente en la cama. La habitación estalló en silbidos obscenos. —Jefe, entonces, ¿de verdad te vas a casar con ella? —¿Estás hablando en serio? —resopló Lorenzo con desdén—.Viviana para mí solo fue una práctica en la intimidad. Una vez que practique lo suficiente, iré a domar a la princesa de hielo de los Falcón. Cuando me aburra, siempre puedo volver y casarme con ella. Me quedé petrificada en el umbral, la visión se me nublaba y la taza de café temblaba en mis manos. Antes de que el mundo se oscureciera por completo, le envié un mensaje cifrado al Don: —Señor Román, consígame un traslado para el ascenso en tres días. Qué esté lo más lejos posible de Lorenzo.
Cuento corto · Mafia
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El Arrepentimiento De Mi Familia Tras Mi Partida

El Arrepentimiento De Mi Familia Tras Mi Partida

Mi padre adoptó a Serafina, la hija de una sirvienta omega que murió tratando de salvarnos. En menos de un año con la familia Blanco, ella se convirtió en la chica adorada por todos. No solo era mi padre quién la atesoraba como a una joya, mi compañero y mi hermano, también empezaron a preferirla antes que a mí. Cuando Serafina, «por accidente», dejó caer al fuego el collar que mi madre me heredó y este se vio reducido a cenizas, mi padre dijo que debíamos dejar el pasado atrás, y, luego, se deshizo de todo lo que le pertenecía a mi madre. Serafina incluso quiso arrebatarme el antídoto contra la plata que había desarrollado para honrar la memoria de mi madre, ya que ella había muerto por envenenamiento por plata. Para obligarme a entregarle mi investigación a Serafina, Damián, mi amor de la infancia y futuro compañero, llegó a amenazarme con cancelar nuestra ceremonia de apareamiento. Sin embargo, cuando dejé de pelear con Serafina y me fui de casa para siempre, todos se volvieron locos.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Casei com o Mano Dele - e o Namorado que Fugiu se Arrependeu

Casei com o Mano Dele - e o Namorado que Fugiu se Arrependeu

Matheus Alves me deixou no altar três vezes… tudo por causa da sua eterna paixão. Na primeira, Júlia Barbosa ameaçou se jogar do prédio; Na segunda, disse que ia embora do país; Na terceira, mandou uma mensagem dizendo que aceitara o casamento arranjado pela família. Matheus, sempre tão calmo e contido, se desesperou. Deixou os convidados e, mais uma vez, me transformou em piada. Liguei para ele: — Matheus, se você não voltar hoje, eu vou me casar com outra pessoa! Ele riu. — A Júlia ainda é nova, tudo bem. Mas você, com essa idade, ainda brincando disso? Apertei o telefone com força. Então ele sabia... ele sabia que era mais uma encenação da Júlia. Mesmo assim, escolheu se deixar levar. Naquele instante, eu finalmente desisti. Depois que conseguiu acalmar sua princesinha, ele enfim lembrou de mim. — Escolhe um dia pra gente remarcar o casamento. Fica tranquila, dessa vez vai ser ainda mais luxuoso que da última. O homem ao meu lado interrompeu com um sorriso: — Dá licença, por favor. Preciso levar minha esposa para embarcar.
Cuento corto · Romance
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Sozinha no Mundo

Sozinha no Mundo

O médico disse que eu só tenho mais três dias de vida. Falência hepática aguda. Minha única esperança é participar de um ensaio clínico — extremamente arriscado, mas é minha última e mais remota chance de sobreviver. Mas meu marido, Davi, deu a única vaga restante para minha irmã adotiva, Ema, que também é a madrinha da minha filha. A condição dela ainda está em estágio inicial. Ele disse que era “a escolha certa”, porque ela “merece mais viver”. Assinei os documentos para abrir mão do tratamento e tomei os analgésicos potentes receitados pelo médico. O preço disso é a falência total dos meus órgãos e a perda da vida. Quando transferi para Ema a joalheria que construí com tanto esforço, junto com meus projetos de design, meus pais disseram que “assim sim, você finalmente se tornou uma boa irmã”. Concordei com o divórcio e deixei que Davi se casasse com Ema. Davi disse que eu estava “finalmente sendo compreensiva”. Quando pedi à minha filha que chamasse Ema de mamãe, ela bateu palmas, feliz, e disse: "A Ema é uma mamãe gentil e boa." Dei todos os meus bens para Ema, e toda a família achou isso natural — ninguém notou nada de estranho em mim. Fico muito curiosa: quando souberem da minha morte, ainda vão conseguir sorrir?
Cuento corto · Romance
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O Casamento que Nunca Se Cumpriu

O Casamento que Nunca Se Cumpriu

Meu noivo Gustavo Guedes, herdeiro da Família da Máfia de Bela Aurora, me amava profundamente. Mas um mês antes do nosso casamento, alegando "arranjos familiares", anunciou que queria ter um filho com sua primeira namorada.​​ Eu me recusei, mas ele insistia diariamente, pressionando sem cessar.​​ Até que, quinze dias antes do casamento, recebi um exame de gravidez de uma clínica.​​ Ela já estava grávida há quase um mês.​​ Gustavo nunca teve a intenção de pedir minha permissão.​​ Naquele momento, finalmente entendi: anos de amor não passavam de ilusão frágil.​​ Cancelei o casamento, queimei cada presente que ele me deu, e no dia em que seria nossa cerimônia, embarquei para Porto Esperança para estudar Medicina Clínica, assumindo uma missão especial nos Médicos Sem Fronteiras.​​ Cortei todos os laços com a Família da Máfia.​​ A partir daquele dia, Gustavo e eu — nada mais nos unia.
Cuento corto · Máfia
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Quando Ela Voltou, Eu Entendi

Quando Ela Voltou, Eu Entendi

Casamento secreto de seis anos: quando o primeiro amor do meu marido volta, eu decido partir com nossa filha.
Cuento corto · Romance
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