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Confesiones de la suegra

Confesiones de la suegra

En el Día de las Madres, quería darle un buen regalo a mi suegra, pero nunca imaginé ver a mi suegra entrando en una habitación con un tipo de color. Media hora después, salió tranquilita del cuarto pero con un tine de vergüenza...
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Él no merece mi amor

Él no merece mi amor

Soy la hija mayor del alfa del Clan de las Sombras, Aria Ortiz. Quien se case conmigo obtendrá el apoyo de mi manada. Todos los lobos ya sabían que León Rivera y yo éramos compañeros desde la infancia. Teníamos la relación tan estrecha como los elegidos para ser pareja, y yo lo adoraba muchísimo. Sin embargo, esta vez en mi nueva vida, tomé otra decisión: me volví hacia Lucas Rivera, el propio tío de León, porque, en mi vida pasada, León jamás pasó una sola noche conmigo durante los cinco años de nuestro matrimonio. Creía que tenía sus razones para rechazarme, hasta que un día entré por accidente a un cuarto secreto escondido en nuestro dormitorio y lo vi masturbándose frente al retrato de mi prima, Vera Muñoz… Fue en ese instante cuando finalmente entendí que este tipo nunca me había amado, y yo solo fui un escalón de su ambición. Como resultado, al renacer, decidí dejarles sus vidas felices para siempre. No obstante, lo que no esperaba era que, cuando me dirigía hacia Lucas en mi vestido de boda, León se volvió loco…
Cuento corto · Hombres Lobo
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Luna Oscura: La Marca del Destino

Luna Oscura: La Marca del Destino

Me casaría bajo la mirada de la diosa de la luna como testigo, pero mi compañero de diez años, Carlos, aún no lo sabía. También hacía poco, Carlos contrató a una nueva asistente, Angie. Pero la relación entre ellos era muy rara, tanto, que todo el mundo en la manada estaba hablando de ellos. Además, a menudo hablaban sobre «trabajo» hasta las tres de la madrugada. El día que iba a ser nuestro aniversario, de repente, pasó a ser la fiesta de cumpleaños de Angie. Para celebrarlo, Carlos pidió una deliciosa torta de mango de varios pisos, este tipo de detalles a Angie le encantaban. Se untaron hasta las narices con la crema de la torta, pero se les olvidó que yo era alérgica al mango, y para mí, el mango era un veneno mortal con deliciosa apariencia. Después de entrar al hospital por urgencias, cuando por fin desperté, estaba en un cuarto desolado sin nadie que me acompañara. Mi compañero, Carlos, todavía estaba en la fiesta, bebiendo y comiendo entretenido con la tal Angie. Mi lobo gruñó indignado, y todo el amor y los sueños que teníamos se esfumaron de un momento para otro. Y por eso sin pensarlo mucho, acepté el matrimonio que mi familia había arreglado, y me casaría con un verdadero alfa.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Mi Pareja Aceptó el Hijo de Otra Persona, Mientras Yo Estoy Embarazada de Su Hijo

Mi Pareja Aceptó el Hijo de Otra Persona, Mientras Yo Estoy Embarazada de Su Hijo

Tanto Gabriela, el amor de adolescentes de mi pareja destinada, Mateo, como yo, quedamos embarazadas al mismo tiempo. Para proteger la reputación de Gabriela, él reconoció como suyo al hijo que ella esperaba, y dejó a mi hijo, que realmente era suyo, como un bastardo. Cuando lo enfrenté, solo dijo: "Gabriela aún no ha encontrado a su pareja destinada. ¡Si el Consejo de Lobos descubre que está embarazada sin vínculo, será expulsada de la Manada Rosa Negra! ¡Tengo que ayudarla!" Después de eso, mientras Mateo acompañaba a Gabriela al extranjero en el parto, sus padres me obligaron a abortar. Cuando él regresó, yo ya había desaparecido.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Mi Compañero se Arrepintió de Haber Encarcelado a Nuestro Hijo

Mi Compañero se Arrepintió de Haber Encarcelado a Nuestro Hijo

Mi pareja Raúl y yo teníamos un hijo de ocho años. Por otro lado, Sara Madroño, quien había sido el primer amor de Raúl, también tenía un hijo de la misma edad. El hijo de Sara mató a un lobo inocente. En lugar de que el niño enfrentara la ley de la manada, mi pareja le pidió a nuestro propio hijo que asumiera la culpa de lo que había hecho el hijo de Sara. —Marcos solo cumplirá cinco años en la Prisión de Plata —me gruñó Raúl—. ¡Sara y Jamie no tienen protección, el exilio los mataría a ambos! ¡Nuestro hijo es lo suficientemente fuerte para sobrevivir a esto! Mientras Raúl se apresuraba a llevarlos al extranjero de vacaciones para escapar de la justicia, los guardias de sus padres arrastraron a nuestro cachorro inocente a prisión. Para cuando Raúl regresó, yo ya había desaparecido.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Tras mi muerte, mi mate besó mi cadáver

Tras mi muerte, mi mate besó mi cadáver

Solo por haberme olvidado de traer de vuelta a la amante de mi mate, dejándola sola en el desierto durante tres horas, él montó en cólera y me arrojó a un pozo en medio de la nada. —Prueba lo que ha sufrido Melinda. El profundo y estrecho pozo me dificultaba la respiración, debido a que tenía que encorvarme. Al final, le confesé mi error y le pedí ayuda, solo para que me reprendiera con frialdad: —Reflexiona aquí sobre tu error. Esa es la única manera en la que aprenderás a comportarte como una verdadera Luna. Dicho esto, ordenó a uno de sus hombres que bloqueara la boca del pozo con una pesada roca. Grité con desesperación, escalé, una y otra vez, pero fue en vano. No hacía más que caer. Las paredes del pozo estaban cubiertas de las huellas de mis intentos de salir de allí. Hasta que finalmente mi garganta se resecó y ya no pude emitir sonido alguno. Dos semanas después, cuando él vio el regalo de cumpleaños que le había reservado, tuvo piedad y decidió poner fin a mi castigo, pero no sabía que mi cuerpo, en el fondo del pozo, había sido roído por gusanos y serpientes.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Entre el Amor y la Venganza

Entre el Amor y la Venganza

Crecí junto al Alfa de la manada Avalora, Griffith. Todos decían que yo era la mujer más afortunada de Mandarilla. Por mí, Griffith rechazó la oportunidad de estar con la pareja que la Diosa Lunar había escogido para él. Renunció a su destino, y anunció ante el mundo que yo era su único amor. Sin embargo, después de un aborto espontáneo, escuché por casualidad a Griffith hablando con una bruja: —Busca la manera para darle a Felicia un somnífero, sacarle el útero y asegurarte de que nunca más pueda tener hijos. Luego, acarició la barriga de otra mujer y dijo: —Dale la mejor medicina para el embarazo. Quiero que tenga el niño más fuerte e inteligente del mundo. Reconocí a aquella mujer de inmediato: era Giselle, la pareja que la Diosa Lunar había designado para Griffith. A continuación, Griffith les habló a todos los presentes con tono autoritario: —Este asunto debe permanecer en secreto. Felicia no puede enterarse. Hagan todo lo posible por cuidar su salud, o, de lo contrario, tendré que hacerles frente a las consecuencias. Mi corazón se rompió en mil pedazos. No podía creer que ese hombre, el mismo que juró amarme más que a nada, era capaz de traicionarme así. Después de eso, me fui sin decir nada, dejando que ellos dos, como pareja predestinada, pudieran estar juntos. Aun así, Griffith me dijo que, después de eso, no podía amar a nadie más. Que ya no era capaz de amar a nadie más.
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Siete años de amor ciego

Siete años de amor ciego

Amé a Carlos Martínez por siete años. Sin embargo, cuando fui secuestrada, él no pagó el rescate… solo porque su secretaria le sugirió que aprovechara la oportunidad para «darme una lección». Por lo que sufrí torturas infernales. Con el tiempo, aprendí a alejarme de Carlos. Pero él volvió. Llorando y suplicando que le diera otra oportunidad.
Cuento corto · Romance
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Ni lágrimas al ayer, ni regreso al querer

Ni lágrimas al ayer, ni regreso al querer

Fueron siete largos años amando a León, quien, finalmente, después de la muerte de su hermano, heredó el puesto de Alfa, y con ello, también la obligación de quedarse con su esposa. Por lo que, Jazmín, la mujer de su hermano, pasó a ser su Luna. Pero lo que más me dolía no era eso, sino cómo, después de cada noche junto a Jazmín, León venía a mi lado, con esa ternura que me destrozaba. Su voz suave, casi un susurro, siempre decía el mismo monólogo: —María, tú eres mi compañera. Cuando Jazmín quede embarazada y nazca el heredero de la Manada Flaroar, entonces ahí haré el ritual para marcarte. Decía que esa era la única condición que su familia le había impuesto para que pudiera tomar las riendas de la manada. Así pasaron seis meses, y, en todo ese tiempo, León y Jazmín estuvieron juntos más de cien veces. Al principio, era una vez al mes, pero, con el tiempo, todo cambió. Pronto pasó a ser todos los días, en los que pasaba noches enteras con ella. Mientras yo esperaba, sola y triste. Hasta que, finalmente, después de la centésima vez que me quedé despierta, aguardando su regreso, Jazmín quedó embarazada. Fue entonces cuando supe que el ritual de marcado estaba cerca... pero con él también llegó una verdad amarga, cuando mi hijo, con su pequeña carita llena de confusión, me preguntó con ingenuidad: —Mamá, ¿no dijeron que papá iba a hacer el ritual de marcado con su Luna, a la que ama? ¿Por qué no nos trae a casa? Le acaricié la cabecita, sonriendo con ternura, aunque por dentro me moría del dolor. —Porque... la Luna que él ama no soy yo. Y mientras lo abrazaba con fuerza, como si pudiera protegerlo de toda la maldad del mundo, susurré: —Pero no te preocupes, amor, te llevaré a nuestra casa. A nuestro verdadero hogar. Lo que León nunca supo… era que, como hija única del Rey Alfa del norte, jamás me importó realmente ser la Luna de la Manada Flaroar.
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Entre el Fuego y la Traición

Entre el Fuego y la Traición

La noche que me dijeron que estaba embarazada, la mansión se incendió de manera repentina. Contuve la respiración mientras el humo denso me envolvía. Sin pensarlo dos veces, me lancé hacia las llamas, arriesgándome a quemarme y desfigurarme. Corrí directo a la habitación de mi hijo… solo para encontrarla vacía. Fue entonces cuando escuché su voz desde el otro lado de la ventana. —¡Gali, Dios mío! ¡Aguantas muy bien el fuego, eres increíble! ¡Seguro que para el próximo simulacro de bomberos quedas en primer lugar! Sin embargo, en el momento en el que me disponía a bajar las escaleras para regañar a mi hijo, una pared colapsó y cayó sobre mí. Mientras mi conciencia se desvanecía, escuché a mi esposo —ese hombre que siempre había sido tan serio—, alabando a una jovencita. Y, si no me equivoco, ese incendio fue planeado por él y mi hijo… solo para hacer feliz a esa muchacha. Desesperada, miré hacia esa puerta, que estaba tan cerca… Y, después de enviar mi último mensaje de texto, morí.
Cuento corto · Romance
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