El Precio
Mi hijo, en sus últimos momentos, cuando ya casi no tenía fuerzas, me dijo con la voz quebrada:
—Mamá, quiero ir con papá a ver el circo Barnum & Bailey.
Pero, por más que intenté, nunca pude contactar a mi marido. Y así, sin poder hacer nada al respecto, tuve que ver cómo mi hijo se iba con aquel deseo en el corazón. Días después, mi marido, que había estado incomunicado todo ese tiempo, apareció de repente de la nada... ¡junto a mi prima! Se abrazaron con cariño y se besaron apasionados, con descaro, delante de mí.
Fue entonces cuando descubrí que, mientras mi hijo agonizaba por su maldita enfermedad, ellos se veían muy campantes a escondidas en el Valle Rosado.
El corazón se me hizo mil pedazos. Decidí que me iría y que lo dejaría todo. Pero mi marido, ese mismo que tanto me menospreció, de repente rompió en llanto.