Narrado por Karina
El teléfono vibró sobre la mesita, haciendo un ruido sordo que me arrancó de los pensamientos. Lo tomé casi sin mirar, esperando que fuera un mensaje, pero no: era una llamada.
De Teo.
Mi cuerpo se tensó. No nos hablábamos desde aquella noche. Desde que decidí alejarme porque ya no podía soportar la verdad: que su padre fue el culpable de la muerte de los míos. Que él lo supo… y aún así, por días, me abrazó como si ese secreto no le estuviera pudriendo el alma.
Respondí.
—Karina…
Su voz me arañó por dentro.
—Karina, mi amor… —repitió, arrastrando las palabras. Su tono era pastoso, ebrio, como si hubiera tragado la mitad de una botella y luego se hubiera olvidado de respirar.
No dijo mucho más. Solo balbuceó mi nombre unas cuantas veces más antes de que la llamada se cortara. El silencio que le siguió me dejó paralizada frente al teléfono.
Sabía que algo no estaba bien.
Y aunque tenía razones para odiarlo, aunque había jurado no volver a mirarlo con los mismos ojos,