En aquella habitación de oficina, reinó el silencio. Luna se mantuvo en silencio durante un tiempo, en ese momento notaba las lágrimas de Isabella, que caían sobre sus mejillas. —El corazón de Luna se comprimió.
Ella había hecho cosas malas en el pasado, pero nunca lastimó a nadie. Y nunca lo haría en esta vida. Ella creía en el karma. Pero se vino a dar cuenta un poco tarde.Sabía muy bien cómo, hace tiempo, había ayudado a empeorar la vida difícil de Isabella. Pero ahora, era el momento de enmendar sus errores. No podía permitir que la familia Ortega siguiera haciendo daño y causando dolor. Ya era hora de poner un alto.— Señorita Fernández, sé qué tiempo atrás, para ganarme la confianza y la amistad de Zoe, yo te hice mucho daño, y estoy aquí, para corregir mis errores. Si quieres enviarme a prisión, estaré con gusto dispuesta a afrontar mi castigo.—¡Sin embargo, antes de que decidas qué hacer conmigo, quiero darte una información especial!