En el preciso momento en el que Isabella llegó a la primera planta del edificio, un lujoso y reluciente Rolls-Royce negro, con sus imponentes líneas y elegante presencia, se estacionaba con parsimonia justo enfrente del imponente vestíbulo principal.
En ese preciso instante, la puerta del automóvil se abre lentamente y unos elegantes zapatos brillantes hacen contacto con el suelo con un suave crujido.
Sebastián, al verla, caminado con pasos largos, se acercó a ella.
—¿Podrías decirme a dónde nos dirigimos? —expresó Sebastián, mostrando entusiasmo en sus palabras.
En el preciso instante en el que finalizó su discurso, Isabella extendió su mano y le entregó un moderno teléfono móvil de última generación. Después de un breve momento de reflexión, decidió expresar sus pensamientos en voz alta.
—Las coordenadas exactas están guardadas en ese teléfono móvil, en este preciso instante desconozco si será imprescindible movilizar un avión de gran envergadura o un helicóptero de re