CAPÍTULO 85. ¡Vine a bambinizarte!
—Te vas a tragar un mosquito —le advirtió el Grillo, porque Darío estaba allí, con la boca abierta y la expresión desencajada viendo cómo se extendía por costado de su coche aquel letrero:
«¡Y MI MUJER ME GOBIERNA!»
Se puso rojo en un segundo y al siguiente ya se estaba subiendo al auto de nuevo y quemaba llantas sobre el pavimento de la entrada.
—¡Este no entiende el concepto de hacerse el muerto! —se burló el Grillo antes de irse a dormir, sabiendo que Darío no regresaría esa noche.
«¿¡Casado!? ¿¡Gobernado!¡?... ¡Ella va a saber lo que es casado y gobernado esta noche!», gruñó mentalmente mientras atravesaba la ciudad.
Obviamente nadie se atrevió a detenerlo en la verja de entrada. La casa solo tenía iluminados el comedor y la cocina, así que en ellos entró el Diablo como un huracán, viendo a Sammy y Lory muy sentadas bebiendo un par de copas de vino y riendo.
La primera se levantó de un salto y la segunda solo se acurrucó en su asiento como si pudiera perderse.
—¿Qué estás haciendo