CAPÍTULO 15. Lección número uno

Tenía frío, pero más que frío tenía una sensación de soledad y de desamparo que la hicieron incorporarse en la cama de golpe. Probablemente hubiera estado teniendo alguna pesadilla que no podía recordar, pero tenía la piel helada y la respiración convulsa.

Miró alrededor tratando de ubicarse y recordó dónde estaba. La habitación estaba solo iluminada por una lámpara baja de luz amarilla, y debía pasar de las doce de la noche, porque el ambiente estaba pesado. Frente a ella, el Diablo dormía encogido sobre el sofá porque era demasiado grande para ese o cualquier otro mueble.

La culpabilidad la aguijoneó. ¿Por qué ella tenía que estar cómodamente acostada en la cama cuando él estaba como caracol con contracturas solo por no molestarla?

Se levantó en modo zombi y fue hasta él, quitándole el edredón, y lo oyó rezongar un poco, pero era evidente que él también estaba muy cansado.

—Ven… vamos… —murmuró moviéndolo y tiró de su brazo para hacer que se levantara.

Darío estaba en la nebulosa de
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