¿Qué seguía? ¿Podía seguir fingiendo después de eso? Olivia lo observaba con un nudo en la garganta. Julieta le había pedido seguir con la farsa minutos antes de que cruzara por esa puerta, pero ¿cómo podía seguir haciéndolo?
—Habla de una buena vez, despierto, y me encuentro con que tengo una esposa — dijo con dolor, quería elevarse, pero la cintura le estaba matando, tantos días en cama le estaban pasando factura, seguido de sus piernas —. ¿Seguirás callada?, quiero entender…
—Querido, has despertado — Julieta interrumpió.
Olivia sabía que estaba detrás de la puerta, habían hablado antes, le había pedido que la dejara escuchar para saber qué hacer.
—Nana, estoy hablando con mi esposa, no es el momento — advirtió.
—Pero qué es esa manera de hablarme, Rafael, después de la preocupación de todos estos días, te me pones alzado, soy tu abuela, y esta señorita aquí enfrente es tu esposa, ¿por qué tiene esta cara de espanto? — señaló a Olivia, ella no sabía qué hacer, miraba a ambos.
—¡Ell