Jonathan
Permanezco en la sala de espera sentado, jugueteando con mis manos, tratando de parecer tranquilo cuando una oleada de emociones inestables me golpea en el interior, al parecer la señora Alejandra no es la única que empezó teniendo un día que parece paseo en una montaña rusa de emociones.
Sabía que era una mala idea ir a la oficina del señor Bickford, en primera por el estado de Alejandra, sus dolores de cabeza, no están bien y no se dio el tiempo de ir al médico cuando dijo que lo haría, además del mal presentimiento instalado en mi pecho quién diría que la terminaría encontrando de nuevo... Maldita Mónica, que pequeño es el mundo, resultó siendo la amante del esposo de mi jefa, suelto una risa sin gracia y me recargo en el respaldo sé la silla de la sala de espera, lo que me tiene más decepcionado de todo esto, es mi tío. ¿Por qué no me dijo nada?
La puerta de la habitación delante de mí se abre, sale Eleazar vestido con su bata blanca, me pongo de pie de golpe.
— ¿Cómo e