Avanzo hasta llegar a una puerta que da a la terraza exterior del restaurante, también hay mesas por aquí, pero no hay nadie más, así que podemos hablar sin ser escuchados, me cruzo de brazos y lo observo molesta.
— ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres?. - él mira al techo y suspira, tiene el descaro de parecer fastidiado cuando la verdadera molestia es él.
— No deberías de estar "desayunando" junto a tu escolta, este restaurante está repleto de clientes de la alta sociedad que te reconocen, ¿Qué dirá la gente? .- hay por favor, le pongo los ojos en blanco.
— Lo que a gente diga o piense de mí, me importa un comino, como te dije hace un momento, no estaríamos aquí, si ALGUIEN, fuera lo suficientemente responsable de estar al pendiente de su hija.
— ¿¡Perdón?! No te importa que diga la gente... ¿Quién me dijo que tenía que ser discreto para no despertar habladurías? - las ganas que me dan de arrojarle algo en el rostro siempre que tengo un intercambio de palabras con él son enfermizas,