Su vista estaba nublada, pero los recuerdos se proyectaban muy claros.
Adam tuvo que parar un momento, detener su mundo, descender de la nave llamada vida que tenía para poder calibrar bien lo que experimentó esa mañana.
Volver a utilizar gente de dudosa procedencia, con métodos nada benevolentes para un fin… Qué de años que no hacía algo parecido.
Ciertamente se había alejado del peligro, de trabajar para gente que crea historias oscuras, gente que hacía del mundo un lugar terrible, defendiendo “a los malos”, como se decía a sí mismo en broma, en aquella época en la que no confiaba ni en su propia sombra. Sin embargo, él se conocía muy bien, sabía definir correctamente sus potencialidades, y sabía que la integridad y la ética son los superpoderes de un abogado, las herramientas perfectas, las más importantes que un hombre preparado para defender y hacer valer la ley en el mundo puede tener.
Él siempre creyó que lo mejor que le pasó en la vida fue conocer a esa mujer, quien trabaj